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viernes, 18 de marzo de 2011

Berlín: dicotomía de una ciudad

Aquí van algunas ideas de síntesis y reflexión tras nuestro viaje de estudios a Berlín (febrero 2011)  
0. Departamento del Senado para el desarrollo urbano. Foto CD


Berlín: dicotomía de una ciudad
Carmen Díez Medina


Cada vez que regreso a Berlín, una de las primeras sensaciones que me invade es la de estar en una ciudad que forcejea consigo misma para controlar dos impulsos de signo contrario: el que le hace anhelar una y otra vez la integridad, la voluntad de unidad, y el que tiende a la disgregación en fragmentos con entidad propia. Ambas querencias han ido conquistando victorias sucesivas, a lo largo de su historia, en una pugna sin tregua.

Quizá este eterno combate entre la disgregación y la cohesión sea atribuible al propio genius loci de la ciudad, considerando que el origen de ésta se debió a la decisión de constituir, a principios del s. XIII, un único centro urbano fundiendo los dos núcleos que separaba el río Spree, Cölln y Berlín. De este modo pudo pasar, por primera vez en el proceso de particular metamorfosis al que se vería abocada desde aquel momento la ciudad, de realidad dual a unidad cohesionada, situación en la que se mantuvo durante todo el s. XVII en razonable coherencia con los principios de la política absolutista (fig. 1 y 2). 1. J. G. Memhardt. Plano de Berlín y Cölln, 1650
2. J. B. Schultz. Plano de Berlín, 1688
Sin embargo, ya a comienzos del s. XVIII Berlín, debido a un considerable aumento de la población que favoreció su crecimiento, se había fragmentado de nuevo, convirtiéndose en un racimo de seis comunidades (¡vuelven a disgregarse Berlín y Cölln y aparecen la Dorotheenstadt, el Friedrichswerder, la Friedrichstadt y la Königstadt), independientes entre sí aunque miembros de una federación urbana sometida al gobierno de un único soberano. Naturalmente, la política expansionista del primer rey prusiano, Federico I, contribuyó a activar e impulsar este acentuado desarrollo (fig. 3).
3. Planta de la residencia real, 1789
El trazado del escenográfico Rondell, rotonda con la que se conocía la Belle-Allianz Platz (hoy Mehring Platz) es, junto con el tridente que de él arranca, un gesto claro de búsqueda de unidad urbana propio del Barroco. Del mismo modo se pueden entender las otras dos plazas que, a modo de puerta, cierran la ampliación barroca hacia el oeste: la octogonal Leipziger Platz al final del eje de la Leipzigerstraβe y la cuadrada Pariser Platz que remata la avenida Unter den Linden. Estas tres geometrías configuraban un unitario decorado urbano, un claro límite al suroeste de la ciudad (fig. 3 y 4).
4. Rondell, grabado del s. XVIII
Pero el verdadero interés por restaurar la unidad, esta vez bajo los principios de la cultura humanista, surge a partir de la derrota de Napoleón en Waterloo, a principios del s. XIX. Se puede considerar a Karl Friedrich Schinkel como el verdadero artífice de esa nueva ciudad erudita en la que Federico Guillermo III había reunido a intelectuales de la talla de Alexander y Wilhelm von Humboldt, Johann Gottfried Schadow, Christian Daniel Rauch y al propio Schinkel. Éste consiguió recomponer la fragmentada planta de Berlín a través de una delicada pero eficaz labor de encaje consistente en el diseño de una serie de “objetos arquitectónicos” con identidad propia que, al tiempo que daban forma a un atractivo foro cultural en el centro de la ciudad, conseguían cristalizar estructuras urbanas ya existentes. En su nuevo Berlín, Schinkel convierte a Cölln en la Isla del Palacio Real, que enlaza con el Altes Museum a través del Lustgarten; a su vez, conecta la avenida Unter den Linden a la isla por medio del Schlossbrücke; la Bauakademie y la Friedrichswerdersche Kirche crean una plaza que dialoga con el espacio abierto que, al otro lado del río, se abría en la parte posterior del palacio; por su parte, volcada hacia la avenida Unter den Linden, la Neue Wache es capaz de dar vida, aún con su pequeña escala, a un sugerente espacio urbano, casi un vacío, entre la Zeughaus -el edificio más antiguo de la avenida- y la Humboldt Universität; la apertura de la plaza de la Ópera, foco del Forum Fridericianum (hoy Bebelplatz), recompondría más tarde el equilibrio compositivo al otro lado de Unter den Linden; finalmente, un poco más al suroeste la Schausspielhaus pone el broche final a la contundente escenografía de la plaza del Gendarmenmarkt al erigirse en posición central, en el espacio que ocupaba el antiguo edificio de la Französische Komödienhaus de Johann Boumann, en el corazón de la Friedrichstadt. Aún hoy, el atento visitante que desde la isla se asoma a la enfilada de Unter den Linden queda inevitablemente persuadido por el sutil diagrama con el que Schinkel consiguió articular la dispersa estructura urbana (fig. 5).

5. W. Liebenow. Plano de Berlín, 1867
El plan Hobrecht de mediados del XIX -independientemente de la controvertida responsabilidad que se le atribuye respecto a la aparición de la especulación y del consecuente episodio de las inhumanas Mietkasernen- planteaba un trazado urbano que abrazaba el centro histórico mediante una sucesión de calles y plazas en forma de anillos concéntricos. De nuevo se percibe una indiscutible voluntad de unidad en ese intento de regularizar y contener el tejido urbano (fig. 6).
6. El Plan Hobrecht para Berlín, 1862
En el periodo de entreguerras, el Berlín de Albert Speer hubiera generado, bajo la máscara de una retórica y monumental operación de unitario cosido, una gran herida abierta en la orgánica piel de la ciudad. Sin duda, podemos situar esta soñada intervención en las antípodas de la esmerada operación de sutura schinkeliana (fig. 7).
7. A. Speer. Eje norte-sur para Berlín, 1938
Al término de la II Guerra Mundial, Berlín vuelve dolorosamente a la dualidad de sus orígenes. La polaridad que el desgarro de la guerra origina queda evidenciada en dos intervenciones urbanísticas muy concretas:
  1. Como infraestructura cultural, el Kulturforum de Scharoun (con los edificios de la Philharmonie, la Neue Staatsgalerie, la National Bibliotek, etc.) surge como contrapunto occidental del oriental Forum Friedianum.
  2. Como infraestructura comercial, la Einkaufsmeile se consolida en el entorno del Ku’dam y del Tiergarten (con el Europa Center y la Gedächtniskirche), como réplica del foco urbano de la Alexanderplatz.
A su vez, dos importantes intervenciones urbanísticas de mediados de los cincuenta contribuyen también a acentuar esta irreconciliable polaridad al representar, de modo emblemático, dos idologías urbanas y arquitectónicas antagónicas que se convierten en objetos demostrativos de una determinada opción política:
  1. El Hansaviertel, como símbolo de la libertad y la democracia occidental, busca desenterrar el racionalismo de los años veinte, la redescubierta Carta de Atenas y el funcionalismo bauhasiano en el marco de la Interbau de 1957.
  2. La Stalinallee de Henselmann, como estandarte propagandístico de la nueva teoría del realismo socialista de la DDR, aspiraba por su parte a recuperar la tradición del clasicismo berlinés (los formatos de ventanas de la casa Feilner de Schinkel sirvieron como modelo a las propuestas arquitectónicas). Las similitudes retóricas con el trazado del Gran Eje de Speer son evidentes (fig. 8, 9).
8. Hansaviertel en el Berlín Oeste. Interbau 1957
9. E. Hartmann, Stalinallee en el Berlín Este. 1er premio en el concurso de 1951

La construcción del muro en 1961 sella definitivamente esta brecha que quiebra Berlín en dos ciudades, volviendo un destino fatal a hacer aflorar el recuerdo de sus duales orígenes medievales (fig. 10).
10. División de Berlín tras la construcción del muro, 1961

En paralelo al Programa Nacional de Reconstrucción desarrollado en la zona Este, se van sucediendo algunas convocatorias de concursos en el Oeste presididos por actitudes que evolucionan de forma antagónica:
  1. las que ignoraban provocadoramente las estructuras urbanas históricas, haciendo tabula rasa incluso de sectores preservados después de la guerra, como se puede apreciar en la gran mayoría de las propuestas del concurso Berlin Hauptstadt de 1959 (por ejemplo, en el proyecto de Scharoun);
  2. las que intentaban recuperar nostálgicamente la morfología de la ciudad histórica, reparando la ciudad rota y reconstruyendo la destruida mediante la recuperación de su planta, de la geometría y de la imagen de la ciudad, como ocurrió en la Internationale Berlin Ausstellung (IBA) de I987 (fig. 11,12).
11. Hans Scharoun, dibujo para el concurso Berlin Hauptstadt
12. J. P. Keihues, planificación urbanística para la zona sur del Tiergarten y de la Friedrichstadt. IBA 1984-87

La caída del muro en 1989 vuelve a provocar un vuelco en esa dicotomía que ha presidido la historia de Berlín desde sus orígenes. Desde varios frentes se aborda una nueva labor: la de borrar las huellas de la gran cicatriz que había dejado el muro mediante una gran variedad de operaciones de sutura de diversa índole, entre ellas:
  1. la macla urbanística de la Potsdamer Platz: contrapunto de la Leipziger Platz y antesala del Kulturforum, actúa de embudo que ayuda a favorecer el flujo en ambos sentidos y a anular la huella de la cesura que dejó el muro.
  2. el contenido simbólico del Band des Bundes o de la Hauptbahnhof: los edificios gubernamentales y la estación central asumen una morfología de enormes grapas que cosen, literalmente, los desgarros sufridos por el tejido urbano.
  3. el testimonio de la memoria: la gran escultura de Eisenman, como una gran herida abierta cristalizada en un oscuro paisaje pétreo, mantiene vivo el recuerdo del holocausto en uno de los lugares más emblemáticos marcados por la huella del muro (fig. 13).
13. Maqueta de Berlín. Senado. Foto CD
En cualquier caso, a la vista de las intervenciones más recientes, cabe hacer una reflexión acerca de la arquitectura que ha hecho posible la consolidación de estas ambiciosas propuestas urbanas. Un paseo entre los imponentes edificios de la Potsdamer Platz y de sus alrededores, por ejemplo, nos lleva a preguntarnos qué es lo que le falta a esta arquitectura de impecable ejecución para conseguir emocionarnos como lo hacemos cuando nos adentramos en el vientre de la gran ballena de la Biblioteca de Scharoun, o cuando, guiados por nuestra mano, que recorre imantada los serpenteantes pasamanos de la Filarmónica, quedamos fascinados por las texturas, los colores y los convincentes espacios controlados por el talento del arquitecto que los ideó, o cuando penetramos en el extraordinario zócalo de apariencia monolítica sobre el que reposa la liviana Galería de Mies (fig. 14 y 15).
14-15. Hans Scharoun, Filarmónica. Foto CD
Creo que sería necesario meditar con atención e intentar descubrir qué es lo que esta área, tan celebrada, tan esperada, tan visitada hoy, produzca cierta sensación de frialdad, de artificialidad, de intervención comercial. ¿Depende de la escala?, ¿de los edificios concretos?, ¿de los materiales?, ¿de la planificación general? No vendría mal dedicar un poco de esfuerzo a extraer algunas conclusiones críticas.
Por otro lado, estas intervenciones, entre otras muchas que aquí no se mencionan, han producido una singular agitación en el mapa de epicentros de la ciudad, desplazando focos de interés consolidados (Ku’damm, Gedächtniskirche) hacia nuevas áreas que han conquistado un gran protagonismo (Museumsinsel, Potsdamer Platz, Friedrichstraβe, Prenzlauer Berg, etc.). Desconocemos cuáles serán las próximas fuerzas que volverán a conducir a Berlín de nuevo hacia la inevitable dicotomía a la que parece estar abocada. Se puede intuir que el proyecto para el entorno de la Alexander Platz podría convertirse un vivo epicentro que desplazaría la atención de nuevo hacia el oeste. Aunque quizá esta vez triunfe en Berlín la voluntad de convertirse en una ciudad unitaria y la integridad acabe por imponerse…

Carmen Díez Medina

viernes, 4 de febrero de 2011

TEMPELHOF

Desde que se cerró para el uso de viajeros, en el año 2008, el futuro del aeropuerto de Tempelhof ha sido uno de los temas de mayor debate en la ciudad de Berlín. Las casi 380 hectáreas de espacio liberado del tráfico aéreo abrían una posibilidad de recuperación urbana sin precedentes en la historia reciente de la capital germana. Antiguamente situado en las afueras de la ciudad, el crecimiento de Berlín lo ha abrazado, convirtiéndolo en un área con gran potencial.


Los orígenes del aeropuerto de Tempelhof datan de los años 20, pero no es hasta el año 1936 cuando comienza la construcción de la nueva terminal. Surge como parte del ambicioso y monumental plan urbanístico de reconstrucción de Berlín de Albert Speer, arquitecto jefe del Tercer Reich, y es una de las pocas construcciones de dicho plan llevadas a cabo.


El diseño del edificio se le encomienda a Ernst Sagebiel, arquitecto que ya había construido varios cuarteles de la Luftwaffe y el Ministerio del Transporte Aéreo del Tercer Reich. Su estilo reunía los requisitos buscados tanto por Speer como por Hitler; líneas inspiradas en el clasicismo y monumentalidad. Una vez concluido, en el año 1941, el aeropuerto era la construcción más grande del mundo.
Independientemente de sus connotaciones históricas y políticas, cabe considerar las innumerables virtudes arquitectónicas de la terminal. No en vano Norman Foster lo ha calificado como “la madre de todos los aeropuertos”, y ahora que ha perdido la referencia de escala proporcionada por el tráfico aéreo resulta, si cabe, más imponente.

Entre sus elementos más importantes destaca la terminal semicircular, de más de 1.200metros de longitud; la secuencia de torres y porches, con edificios de viviendas en curva dando a la calle; la gran plaza exterior de acceso al edificio y, hacia el espacio aéreo, la gran marquesina metálica de más de 50 metros de vuelo, que resuelve la cubierta plana del edificio.



En el interior del edificio destaca la altura y el espacio del hall central, iluminado por lucernarios cenitales y, sobre todo, la claridad de su programa funcional. Los aviones podían llegar directamente hasta el edificio, donde los pasajeros llegaban protegidos por la gran marquesina.

Finalizada la II Guerra Mundial, el aeropuerto quedó bajo el control estadounidense, cubriendo un importante papel durante el bloqueo de Berlín en la guerra fría. Llegó a registrar 1.400 vuelos diarios. Sin embargo, la gran ventaja del aeropuerto, su cercanía al centro de la ciudad, se ha convertido en el paso con el paso del tiempo en su mayor inconveniente, impidiendo su ampliación y provocando su cierre.

El Departamento del Senado para el Desarrollo Urbano, organismo encargado de la renovación del área de Tempelhof, consciente de la situación en la que se encontraba el aeropuerto desde hace tiempo, comienza ya en los años 90 a planificar su futuro. La primera propuesta concreta es de 1994, realizada por Hetntrich Petschnigg. De esta propuesta destaca la forma elíptica del desarrollo residencial propuesto alrededor del aeropuerto, organizando un vasto espacio público central.

Posteriormente, el Departamento del Senado organiza una serie de reuniones y conferencias con expertos, creando el "Future Workshop Tempelhof 2020". Entre sus conclusiones destaca la necesidad de romper la rigidez del diseño propuesto inicialmente, dar mayor permeabilidad y menor densidad a los desarrollos residenciales y crear zonas de usos mixtos destinadas a actividades del conocimiento. Asimismo, sigue proponiendo un gran parque con diversas actividades de 220 hectáreas de superficie.

El diseño previo sigue sufriendo varias modificaciones en virtud de los diferentes estudios realizados, y comienza un proceso de participación pública para enriquecer el proceso de planeamiento. En primavera de 2008 se saca a información pública el plan director, que divide el área en cuatro distritos edificables con distintos usos según su ubicación, y un quinto módulo consistente en el diseño paisajístico del gran parque urbano.


En octubre de ese mismo año se produce definitivamente el cierre del aeropuerto y, a finales de ese mismo año, el Departamento del Senado para el Desarrollo Urbano lanza el primer concurso de ideas para el distrito Columbia, que tiene una gran participación y repercusión. El jurado otorga tres premios y comienza un proceso negociado con los tres ganadores. Una de las propuestas es del estudio Chora:
Sin embargo, es una de las propuestas no seleccionadas la que tiene mayor repercusión pública. Jakob Tigges, arquitecto profesor de la Technische Univesität de Berlín, propone una gran montaña de 1000 metros de altura ocupando la zona, “The Berg”. Bajo un supuesto ecologismo, el objetivo del proyecto es generar un hábitat natural para la vida silvestre del lugar, creando también un espacio de turístico y de ocio para los visitantes de la ciudad. Cabe preguntarse si de realizarse no supondría otra intervención de marketing urbano fuera de contexto, similar a las que Tigges critica en su manifiesto.

Tanto el proceso de participación pública como las diversas sesiones de expertos aportan ideas que se van añadiendo y complementado al plan director, tales como:

- Mantenimiento de la zona de pistas como un gran espacio verde público, convirtiéndolo en un parque urbano de múltiples usos: recreativos, parque natural, area de conservación de la naturaleza y usos agrícolas.
- Importancia de potenciar las conexiones entre los distintos barrios lindantes con el parque.
- Implantación de nuevos tipos de vivienda, creando una amplia variedad de tipologías.
- Creación de un distrito libre del coche, potenciando el diseño de caminos peatonales y ciclistas.
- El uso del parque como espacio para grandes eventos públicos.
- Desarrollo de áreas de usos mixtos, con comercio de proximidad, y utilizar la memoria del sitio para emplazar en el sitio un museo de la aviación, como uso ligado al contexto del lugar.
- La organización de la Exposición Internacional de Jardinería en el año 2017.
- La importancia de la cooperación público-privada en el desarrollo del área.

Una de las conclusiones más importantes es la posibilidad de abrir el parque al público con pequeñas modificaciones mientras se realiza el diseño definitivo del parque, lo que sucede en mayo del 2010.

El resultado de las propuestas ganadoras, y las ideas que van surgiendo en el proceso se van incorporando al plan director, en un ejemplo de plan director dinámico y flexible. Sin embargo, muchas críticas siguen surgiendo sobre el proceso de desarrollo. Diversos sectores se quejan de la excesiva densidad residencial del plan, y del empeño en crear una nueva zona de moda con criterios especulativos, lo que supone un riesgo de gentrificación del nuevo distrito.

A principios de 2010, el Departamento del Senado lanza el concurso del diseño paisajístico del parque, del cual surgen 6 equipos, que pasan a una fase de proceso negociado con el organismo público, todavía en proceso. Entre los elegidos, el estudio BASE de París:


Actualmente el desarrollo del parque está a cargo de la empresa privada de capital público Grün Berlin, encargada del desarrollo de todos los espacios públicos de la región de Berlín.
De la renovación de Tempelhof cabe destacar, como uno de los aspectos positivos, su proceso de participación pública, implicando en el destino de la ciudad a sus habitantes y potenciando la identidad de los ciudadanos con su espacio. Tal como muchos exponen en el proceso, el área debe convertirse en el Central Park de Berlín.

Sin duda, puede considerarse Tempelhof como uno de los lugares más interesantes de reutilización del espacio público en la actualidad y sobre el que merece la pena reflexionar, como un ejemplo de lo que debe ser el espacio urbano del siglo XXI.

Andrés Fernández-Ges


domingo, 30 de enero de 2011

Sobre urbanismo berlinés, Siedlungen y otros

Un sitio excelente sobre Berlín es del Departamento de Urbanismo (Senate Department for Urban Development) La versión en inglés es bastante completa: http://www.stadtentwicklung.berlin.de/index_en.shtml

Ahí se encuentra información actual y de la historia urbana de Berlín, así como de las propuestas futuras como el IBA 2020. Desde los planes y proyectos recientes a la "cultura de la construcción", con referencias a edificios, conjuntos urbanos o a la transformación de lugares emblemáticos, como la Alexander Platz: http://www.stadtentwicklung.berlin.de/planen/staedtebau-projekte/alexanderplatz/index_en.shtml

Tambien hay un apartado muy útil y bien organizado sobre las Siedlungen, por cierto dentro de las obras incluidas en la sección de monumentos y patrimonio mundial de la UNESCO:
Berlin Housing Estates of the 1920s - on the UNESCO World Heritage List
http://www.stadtentwicklung.berlin.de/denkmal/denkmale_in_berlin/en/weltkulturerbe/siedlungen/index.shtml

J.M.

jueves, 27 de enero de 2011

HANSAVIERTEL. BERLÍN. INTERBAU 1957.



Maqueta y vista del conjunto. Leonardo Benévolo. Historia de la Arquitectura Moderna

Tras la segunda Guerra Mundial, 140 de los 161 edificios que ocupaban la zona residencial situada en el extremo noroeste del Tiergarten de Berlín –conocida como Hansaviertel– habían quedado destruidos. En 1953 se convocó un concurso para la reconstrucción de la zona –en el que resultan ganadores Gerhard Jobst y Willy Kreuer– que constituyó el punto de partida de la Internationale Bauausstellung de 1957.
El planeamiento inicial se modificó bajo la supervisión de un comité presidido por Otto Barning, planteándose una gran variedad de edificios, correspondientes a muy diferentes tipologías –bloques laminares, torres, viviendas aisladas o en hilera– de cuya construcción se hicieron cargo 53 arquitectos de 14 países y 10 paisajistas. El conjunto lo completan dos iglesias, una estación de metro y un pequeño centro comercial con cine, biblioteca y jardín de infancia, a los que se añade la Akademie der Künste, acabada en 1960.
De las 1.160 viviendas previstas –con capacidad para unos 5.000 habitantes–, 601 se terminaron coincidiendo con la exposición de 1957, terminándose las restantes alrededor de 1960. Los prestigiosos arquitectos seleccionados –europeos casi en su totalidad, con una mayor parte de alemanes– representan a tres generaciones del Movimiento Moderno.
Así, arquitectos como Alvar Aalto, Paul Baumgarten, Wassili Luckhardt, Walter Gropius, Pierre Vago, Arne Jacobsen, Sep Ruf, Oscar Niemeyer, Egon Eiermann, Max Taut, Kay Fisker o Van den Broek y Bakema, entre otros, se hicieron cargo de los edificios que integran el conjunto en el ámbito del Hansaviertel, a los que hay que añadir a Le Corbusier, autor de la Unidad de Habitación construida en el área noreste de Berlín.
En cierto modo, el Interbau de 1957 –como el Kulturforum en el terreno de los grandes equipamientos culturales– pudo ser entendido y planteado como una demostración de la pujanza de Alemania occidental en la década de los cincuenta. Desde el punto de vista arquitectónico y urbanístico, el Interbau tuvo una amplia repercusión, tanto por la relevancia de los arquitectos involucrados, como por la calidad arquitectónica general y por la disposición de las diferentes piezas en el parque urbano en que se levantan.
Tal vez pueda achacársele al Interbau la condición un tanto diluida del planeamiento urbanístico que, fundamentalmente, asume el papel de soporte para la composición de los diferentes edificios a través de sus posiciones en el Tiergarten. Por otro lado, frente a las intervenciones más unitarias de la década de los treinta, la exposición –tal vez por su carácter de tal– adopta una condición heterogénea, con una mayor autonomía formal de cada una de las piezas que la componen, reflejando –según Tafuri– las diferentes “maneras” de sus autores.
Tras medio siglo de su conclusión, los valores paisajísticos del conjunto, las relaciones que definen la posición de los edificios entre sí, y con respecto a las vías perimetrales, las proporciones de los mismos, así como la atención prestada al confort urbano y a la integración en el conjunto de la ciudad, hacen que el Interbau de 1957 mantenga buena parte de su vigencia, a la que no son ajenos los esfuerzos de innovación tipológica en el ámbito residencial de las mejores propuestas.
Basilio Tobías

miércoles, 12 de enero de 2011

Aprendiendo de Berlín. Para alumnos de Urbanismo II

Hola a todos. Para animaros a pensar en la ciudad de Berlín, de cara al viaje de tercer curso (Composición y Urbanismo II), pero también para favorecer una reflexión general sobre la ciudad, os adjunto un artículo que he enviado para su publicación en Artes y Letras, el suplemento cultural de los jueves de Heraldo de Aragón (27.01.2010).


Aprendiendo de Berlín. Ciudad soñada, ciudad proyectada

Berlín, una ciudad única que ha conocido la destrucción, división y reconstrucción como pocas otras, constituye también un excepcional laboratorio para la arquitectura y el urbanismo moderno. La metrópolis mítica e inmortalizada en la literatura de Walter Benjamin, Alfred Döblin o Franz Hessel, sufrió un proceso doble de desmembración urbana, primero tras los bombardeos aliados al final de la segunda Guerra mundial, después por la división en dos ciudades que se produjo tras la construcción del Muro y, también, por las intervenciones urbanísticas modernas, a ambos lados del mismo.


Berlín 1860

Una tradición urbanística excepcional en una ciudad fragmentada
A pesar de esa trágica historia urbana, la riqueza de la tradición arquitectónica y urbanística berlinesa es quizás la mejor explicación de su fascinante recuperación y revitalización en las últimas décadas. Multitud de ideas y proyectos se han ido añadiendo a la ciudad soñada, desde las propuestas de Karl Friedrich Schinkel o las de Peter Joseph Lenné en el siglo XIX, a las de Martin Wagner, Bruno Taut, Ludwig  Hilberseimer, Werner Hegemann, entre otros arquitectos anteriores a la Guerra. Es interesante comprobar la recuperación de la mejor arquitectura en la posguerra (Mies van der Rohe, Hans Scharoun, las realizaciones del IBA de 1957, etc.) en paralelo a la fragmentación urbana y al auge del urbanismo funcionalista, abierto y “progresista” asociado a la proliferación de bloques residenciales e infraestructuras viarias, a ambos lados del Muro.



Propuesta de Martin Wagner para la Postdamer Platz (1929)
La diversidad y el contraste entre las numerosas propuestas y realizaciones berlinesas se entienden bien en una ciudad que siempre se ha configurado de forma fragmentaria. Efectivamente, desde su formación inicial, con la “unificación” de los dos núcleos medievales gemelos (Berlín – Cölln), la ciudad se configura como un mosaico de formas y fragmentos urbanos: el centro medieval a orillas del río Spree, la extensión barroca de Friederichstadt (1748), varias extensiones neoclásicas a inicios del siglo XIX (proyectadas por K.F. Schinkel y J. Lenné), un ensanche de gran entidad, planificado por James Hobretch (1862), los nuevos conjuntos residenciales o Siedlungen, etc.

Podríamos decir que la potencia de esa cultura arquitectónica y urbanística está en la base de la inagotable fuerza para la recuperación, que en cada fracaso ve la oportunidad de un nuevo comienzo enérgico. Por eso, Berlín se considera como uno de los mejores laboratorios urbanísticos durante todo el siglo XX. Así, podemos entender la explosión de creatividad que se produce a partir de la caída del Muro como un episodio más en la tradición urbanística local pero en estrecha conexión con la cultura internacional, tal como había sucedido en las exposiciones de arquitectura (IBA) de los años 1957 y 1987, dos hitos fundamentales de la historia de la arquitectura y el urbanismo contemporáneo.

Berlín, campo de pruebas del nuevo urbanismo arquitectónico
Con la caída del Muro, en 1989, y la inmediata decisión de trasladar a Berlín la nueva capital de la Alemania reunificada se presentaron nuevas oportunidades para repensar la ciudad. Hay que tener en cuenta que frente al predominio de aquel urbanismo funcionalista en la posguerra, desde los años 80 se había impuesto la versión más culturalista y arquitectónica siendo Berlín uno de los principales campos de pruebas, desde la IBA hasta las propuestas efectuadas desde principios de loa años 90.

La nueva situación de una ciudad dividida que dejaba de serlo supuso una oportunidad única para la aplicación de esas visiones a finales del siglo pasado. Única por la coexistencia de dos realidades urbanas tan diferentes a uno u otro lado del Muro. Aunque no tan singular si se consideran otros rasgos de Berlín, como los de su naturaleza fragmentaria y policéntrica, comunes a otras ciudades europeas. Esas dos realidades se apoyaban en sendos centros urbanos que se habían consolidado ya en  los años 20, uno histórico y monumental al Este, otro, comercial, terciario y lúdico el Oeste. Esa era la ciudad dividida que los estudiantes y arquitectos conocíamos en nuestras visitas a Berlín en los años 70 y 80, todavía con el Muro en pie. El centro del Berlín occidental estaba entonces en torno a la bombardeada iglesia conmemorativa del Kaiser Guillermo, de donde parten el bulevar Kurfürstendamm y Kantstrasse, mientras el del Berlín oriental se situaba en Alexander Platz y en la llamada Isla de los Museos, con Unter den Linden brutalmente seccionado junto a la Puerta de Brandenburgo, sin continuidad con el eje del Tiergarten.

Tras la unificación, dos objetivos se plantearon como prioritarios: la unificación de los dos centros descritos y el tratamiento de la franja liberada por el Muro. La preocupación lógica era la de unificar e integrar las dos ciudades también desde el punto de vista urbanístico. Pero también se planteaba un objetivo más general y que iba más allá de la especificidad berlinesa: reconvertir en un conjunto unitario, coherente y legible un “archipiélago urbano”, una ciudad tan policéntrica y fragmentada. Un sueño de la arquitectura y el urbanismo culturalista de los años 80. Uno de los episodios más interesantes fue  una consulta internacional realizada en 1990, a la que fueron invitados una veintena de arquitectos de prestigio que ya habían intervenido en Berlín. Los lemas y nombres de los participantes dan una idea de la diversidad de aproximaciones que se presentaban y que se han ido sumando al catálogo de ideas y proyectos berlineses: “revitalización de un corazón múltiple” (M. Bellini), “superposición de lo viejo y lo nuevo” (G. Grassi), “Gran Berlín” (V. Gregotti), “la zona muerta” (Z. Hadid), “Tiergarten como centro geométrico” (Herzog y De Meuron), “la Línea de encuentro” (J. Nouvel), “Bloques del Este” (B. Tschumi), por nombrar sólo los más señalados (además, de los Venturi, Solà Morales y otros). A pesar del enfoque “morfologista” de los convocantes, con la insistencia en la unificación de las estructuras urbanas, y a diferencia del realismo de las propuestas de los 80, en la consulta de 1990 casi todas las propuestas tenían un carácter bastante más utópico y radical, aunque algunas de ellas, como las de Aldo Rossi para la Postdamer Platz acertaban en la importancia estratégica de ese lugar.

Propuesta de Aldo Rossi para la Postdamer Platz (1990)
De los proyectos a las realizaciones. Lecciones berlinesas
Finalmente, las transformaciones experimentadas por Berlín fueron producto de procesos urbanos más complejos de lo que parecían prever la mayor parte de los concursantes. Las dificultades del urbanismo arquitectónico y culturalista en su empeño por conseguir unaestructura y una forma unitaria dieron paso a otras aproximaciones más pragmáticas y adecuadas a las estrategias de una metrópolis en la era de la globalización. En cualquier caso, las lecciones berlinesas son múltiples y tienen que ver con esa envidiable energía y tradición urbanística. La constante aportación de ideas y proyectos, su discusión pública, el rigor en el control de calidad de propuestas y realizaciones, no deberían ser vistas como cuestiones exclusivas de una ciudad única. En el fondo, Berlín anticipa el camino de muchas otras ciudades europeas. Aunque resulta obvio y es lo más fácil decir que Zaragoza no es Berlín, no vendría mal aquí aprender de esa voluntad constante de mejora con aportación y discusión democrática de propuestas imaginativas.


Postdamer Platz (julio 2010). Foto del autor

Javier Monclús