miércoles, 29 de febrero de 2012

El mundo de Robin Hood Gardens

Hace ya unos días, nuestro periplo en autobús por las periferias londinenses nos condujo a Robin Hoods Gardens. Con un cierto halo de intriga, ya que no sabíamos si los edificios  que Alison y Peter Smithson habían diseñado a finales de los años 60 y terminado en 1972 habían sido o no demolidos. Los últimos intentos por catalogar este complejo de 217 viviendas, con la cooperación de Richard Rogers o Zaha Hadid entre otros, han resultado finalmente infructuosos, y se ha puesto en marcha un plan que contempla la demolición completa de los dos bloques lineales para construir, en su lugar, un nuevo conjunto de torres y bloques altos, de diseño ciertamente anodino, que seguirán la senda trazada en el East End por las actuaciones que surgen al albur del nuevo downtown londinense en Canary Wharf, tan cercano a  Robin Hood Gardens.
3º de Arquitectura EInA UZ en “Robin Hood Gardens”, Londres. Febrero, 2012.

“Robin Hood Gardens”, Londres. Vista general.

“Robin Hood Gardens”. A. y P. Smithson, (1972). Sección transversal y planta del conjunto.

Pero cuando llegamos, ahí estaban todavía. Y nos apresuramos a subir a la colina que se emplaza entre los dos bloques, el del Este, de 10 plantas, y el del Oeste, de 7, ciertamente significados por los estratos horizontales de tres niveles, que señalan la disposición de unas viviendas que tienen acceso desde los corredores abiertos de las fachadas posteriores. Las viviendas se resuelven en dos niveles, la del acceso desde el corredor y la planta superior o la inferior, alternativamente.
Realmente, cuando entramos, nos embargó una doble sensación: por un lado, la de saber que estábamos ante una actuación largamente aplaudida como una revisión acertada de los postulados y edificios de vivienda en bloque del movimiento moderno. Y por otra parte, la de reconocer con claridad la decrepitud de unos edificios que estaban en los últimos días de sus vidas. Decidimos subir a los corredores del bloque Este, por sus hoy sucias y pestilentes escaleras. Esas galerías que pretendían ser “calles en el cielo”, son corredores de cierta sordidez en algunos tramos, que contrasta con la calidad espacial y la generosidad de luz y vistas del interior de las viviendas.
Volvimos al espacio central, donde el proyecto manifiesta su principal virtud. La tensión espacial entre los dos bloques tiene su contrapunto mágico en la dimensión y posición de la colina que, dispuesta en el centro de la intervención, establece cierta separación entre los dos bloques, ya que corta las visuales de las plantas bajas. Pero a la vez conforma un elemento rotundo de conexión topográfica en el conjunto. Respecto a este elemento prominente, las dos piezas laterales se deslizan, giran, se miran, se comprimen o se abren, en un gesto elegante que supera con creces los planteamientos de mera repetición de objetos dispuestos en paralelo de la mayoría de los laureados proyectos residenciales de la década de los años 60, con impronta de modernidad. La traza quebrada de los bloques minimiza el efecto de megaestructura urbana, y dulcifica la rigidez del modulo compositivo y el color espartano de las fachadas.
Y a pesar de estos méritos indudables en el proyecto urbano y en la resolución del programa residencial la cualidad fantasmagórica del complejo nos vuelve a la pregunta clave: ¿qué ha fallado? ¿qué, de esta arquitectura, no deberíamos repetir? Quizá Alison y Peter pusieron un énfasis, más teórico que práctico, en hacer “calle” en los corredores superiores, y se desentendieron de los espacios de relación en la base de los edificios. La resolución de las plantas bajas, con viviendas y unas simples cercas que separan sus jardines privados, no es una solución adecuada en espacios comunitarios de semejante densidad. Los recorridos en los corredores son largos, y, a la vez, reducen la necesaria intimidad en las viviendas. Sin embargo, todas estas cuestiones de carácter arquitectónico podrían haber sido subsanadas mediante las oportunas actuaciones de reforma de unos edificios que por su dimensión, por su expresividad, y por el tamaño y disposición de sus viviendas, tienen un gran margen de actuación.

Por eso, la causa del deterioro (físico, pero también de la comunidad social) del complejo, que ha desatado la decisión de demolición de estos edificios, no debemos buscarla en la propuesta arquitectónica de Alison y Peter, que tiene importantes aportaciones. Reside a mi juicio en determinados intereses especulativos que tratan de forzar una fulminante expulsión de una población inmigrante que tiene difícil encaje en el planteamiento actual de mero negocio inmobiliario. Cuestión ésta que, a la vista de la figura que representan los Smithson en la historiografía del urbanismo en el siglo XX, sorprende, si cabe aun más, en un país como Inglaterra, con una loable tradición conservacionista, al menos hasta hace unas décadas.

“El mundo de Robin Hood Gardens”. Composición fotográfica: PdlC
Economist Buildings”, St. James St., Londres, A. y P. Smithson, (1962-64). Planta.

Por todo ello, vaya desde aquí mi homenaje al “mundo de Robin Hood Gardens”, que lamentablemente  tiene los días contados. Y por si sirve de algo, como consuelo, siempre nos quedará el magnífico conjunto urbano de The Economist, que unos pocos años antes habían terminado los Smithson en St. James Street , también en Londres. Allí, Peter y Alison bordan un programa de distintas funciones y requerimientos, con una exitosa resolución de secuencias y tránsitos urbanos mediante una delicada selección de arquitecturas de tamaño y gesto diverso, con chaflanes que dialogan y construyen un lugar de gran intensidad urbana. El espacio entre edificios está sujeto a una tensión espacial que conmueve y provoca su recorrido y deleite, con una sensación que no se tiene todos los días. No os lo perdáis y si estáis a tiempo, daros también una vuelta por Robin Hood Gardens, antes de que sea demasiado tarde.
Pablo de la Cal


3º de Arquitectura EInA UZ en “Economist Buildings”, Londres. Febrero, 2012.

martes, 21 de febrero de 2012

Castillos en el aire. Paisajes urbanos después de la burbuja inmobiliaria


Una exposición en el Museo Reina Sofia de Madrid, “Castillos en el aire”, presenta algunos paisajes urbanos especialmente surrealistas asociados a la burbuja inmobiliaria. En la muestra dedicada al artista y, en cierto modo, antropólogo Hans Haacke, destaca su trabajo dedicado al Ensanche de Vallecas y la Gran Vía del Sureste de Madrid, con su gran espacio urbano formado por esqueletos arquitectónicos abandonados tras el estallido de la burbuja inmobiliaria: “en mis visitas a Madrid vi que había zonas de la periferia a medio construir. El Ensanche de Vallecas es una zona desierta, sin tiendas, sin bares, con poca gente por las calles, y se puede hablar de ruinas urbanas". Algo que llamó poderosamente la atención del artista fueron los "esqueletos" de dos rascacielos a medio construir. Así, 'Castillos en el Aire' tiene un significado literal y otro metafórico, pues los dos edificios coronan este barrio desolado que recuerda a los castillos medievales de los campos españoles, "construcciones en ruinas que sólo conservan la torre". 

El autor de las fotografías expone su visión sobre un inmenso espacio que pretende ser ciudad, inacabado, con calles casi despobladas y con edificios sin terminar, mediante proyecciones que efectúan un recorrido por las calles de dicho “Ensanche”. Las proyecciones y fotografías se combinan con imágenes de la publicidad utilizada por las inmobiliarias para vender las viviendas y con planos de los inmuebles construidos. Su visión no es sólo técnica ni tampoco únicamente “artística”, sino también antropológica, urbanística, paisajística. De hecho, Haacke ha sido ayudado por una arquitecta urbanista y otra paisajista de la UPM, un dato indicativo de su voluntad de profundizar en el significado de esos paisajes urbanos.

Paisajes surrealistas: esqueletos urbanos en el Ensanche de Vallecas (Madrid, fotografía de Hans Haacke)

Hans Haacke en el Ensanche de Vallecas (fotografía de Gorka Lejarcegi)
El llamado Ensanche –o PAU- de Vallecas es un caso particular, con una ejecución relativamente avanzada. Se trata de un nuevo barrio pensado para más de 25.000 viviendas, ahora más de 20.000 construidas. Pero la proliferación de edificios vacíos en un descampado periurbano es común a otros entornos de ciudades grandes y pequeños núcleos en toda España. Además de constatar el fenómeno, es importante entender los procesos que están en la base de esos “paisajes surrealistas” asociados a la burbuja, una variante de los más extendidos paisajes banales” que caracterizan las nuevas periferias de las ciudades españolas. 

Seseña (30.000 viviendas, Toledo)
Ciudad Golf (La Muela, Zaragoza)
¿Hasta qué punto podemos emparentar el Ensanche de Vallecas con los iconos de la burbuja inmobiliaria? Seseña (Toledo), Valdeluz (Guadalajara), Ciudad Golf (La Muela, Zaragoza)… Esos son algunas de las promociones-isla que han dado lugar a los paisajes más surrealistas, en los que las zonas urbanizadas, con sus calles asfaltadas, sus farolas funcionando y dando luz a solares vacíos, presentan un aspecto fantasmagórico, con casas terminadas, pero vacías, sin luz y con las persianas bajadas. El caso del Ensanche de Vallecas, en cambio, entraría en la categoría de ensanches residenciales de nuevo cuño que prolongan tramas urbanas. En cierto modo son actuaciones que sirven como elementos de remate de los tejidos existentes, hasta los límites definidos por grandes elementos de la red arterial. Nuevos suburbios en los que la vivienda colectiva es la dominante. En realidad, el Ensanche de Vallecas es sólo uno más de los extensos espacios residenciales que salpican las nuevas periferias de las ciudades españolas. Incluso en los casos en los que se han completado las edificaciones, se trata de lugares sin vida urbana, paisajes no tan surrealistas como los de los iconos de la burbuja inmobiliaria mencionados, pero cada vez más estandarizados y banales, con parcelas todavía vacías y con edificios recientemente construidos, todavía aislados, muchos de ellos desocupados, y con expectativa de muy lenta ocupación. 

Valdespartera (Zaragoza)
Parque Venecia (Zaragoza)
En cualquier caso, el problema no es sólo de aquellas urbanizaciones y ensanches, concebidos como enclaves o piezas residenciales aisladas. Existen muchos más que también evidencian las consecuencias de la fiebre constructiva que ha vivido España en el ciclo 1996- 2008, aunque pueden considerarse un producto del planeamiento y del diseño urbano dominante en los últimos años. Son “espacios urbanos residenciales en construcción”, que se producen como prolongación de las tramas existentes, y cumplen con todos los estándares requeridos. Si el nuevo Vallecas es, ahora, un paisaje fantasmagórico y surrealista, su destino es del de convertirse en uno más de esos paisajes estandarizados y banales que conforman nuestras ciudades. 

Eso no significa que los edificios y las dotaciones no puedan ser de cierta calidad, con una notable elevación de los estándares de ejecución material, urbanización y equipamiento y con la formación de tejidos accesibles, espaciosos y luminosos. A diferencia de lo que ocurría en etapas anteriores, como la del desarrollismo español de la década de los 60 y 70, en las que los “polígonos” de viviendas caracterizaban las periferias de nuestras ciudades, ahora, paradojicamente, encontramos extensiones generalmente “más planificadas”. Es decir, donde lo que vemos es producto de nuevos desarrollos periféricos, con sus redes viarias y espacios reservados para viviendas y equipamientos. En los polígonos del desarrollismo era habitual la edificación con escasa o nula urbanización, los bloques de viviendas se construían con urgencia y se ocupaban rápidamente. Se daba respuesta así a unas condiciones básicas de habitabilidad, que iban unidas a cierta abundancia de “zonas verdes” o “espacios libres públicos”, generalmente residuales. 

En el reciente ciclo de construcción urbana eso ya no es así: desde el principio hay calles, incluso parques acabados, pero los paisajes que se generan resultan igualmente marcados por la monotonía, la estandarización, la banalidad. Algo difícilmente evitable cuando se disponen las grandes actuaciones residenciales como conjuntos relativamente aislados, diseñados desde presupuestos de autonomía (aunque por su tamaño y perfil funcional en realidad no lo puedan ser, con densidades inferiores a 50 viviendas por hectárea), con las dificultades de hacer ciudad y de crear tejidos razonablemente densos, compactos y continuos con tan poca cantidad de suelo residencial, es decir, cuando únicamente entre un tercio y un cuarto de la superficie total corresponde a suelos realmente ocupados y construidos. Pero, sobre todo, cuando la rigidez de la ordenación y la escasa diversidad tipológica se traducen en la anomia e indiferencia significativa de la mayor parte de los espacios y paisajes producidos en los últimos años. 

Como señala el Libro Blanco sobre la Sostenibilidad en el Planeamiento Urbanístico Español (2010), con algunas excepciones afortunadas, durante el periodo del auge inmobiliario ha primado el desarrollo urbano fragmentado y disperso, que separa piezas y funciones urbanas que sólo se conectan mediante infraestructuras viarias sobredimensionadas e infrautilizadas. Un urbanismo de extensión que ha olvidado los instrumentos para rehabilitar, renovar y regenerar la ciudad existente, incluyendo los espacios urbanos residenciales desarrollados en las últimas décadas. No parece que el modelo urbanístico actual sirva para producir ciudades con suficiente vida urbana, capacidad de socialización y más sostenibles que, lógicamente, deberían traducirse en paisajes más complejos y menos banales. En cualquier caso, la constatación de esa realidad y las visiones críticas como las de Hans Haacke sobre las formas de desarrollo urbano actuales, resultan necesarias como paso previo para impulsar iniciativas, planes y proyectos, más imaginativos y adecuados a los procesos urbanos actuales.

Javier Monclús


Referencias:

Exposición Hans Haacke

Proyectos integrados de arquitectura, paisaje y urbanismo 2011

Libro Blanco sobre la Sostenibilidad en el Planeamiento Urbano Español (2010)

viernes, 3 de febrero de 2012

Ateneo 211

Ateneo de EINA Sesión 211. PROYECTOS URBANOS ESTRATÉGICOS: ENTRE LAS GRANDES INTERVENCIONES Y EL MICROURBANISMO

Ponente: Javier Monclús Fraga
Catedrático de Urbanismo y Ordenación del Territorio de la Universidad de Zaragoza 
Coordinador de Arquitectura de la Escuela de Ingeniería y Arquitectura de la Universidad de Zaragoza

Presenta y modera:
Iñaki Bergera Serrano
Profesor Contratado Doctor de Proyectos Arquitectónicos de la Escuela de Ingeniería y Arquitectura de la Universidad de Zaragoza. 
Fecha: miércoles, 23 de noviembre de 2011
Hora: 18 h.
Lugar: Sala de Grados, edificio Torres Quevedo, EINA
C/ María de Luna, 3. ZARAGOZA

Resumen:

La renovación de la base económica, así como su creciente internacionalización y la intensificación de los procesos globalizadores, están incidiendo en transformaciones profundas en las ciudades europeas durante las últimas décadas. La hipótesis inicial es que los instrumentos urbanísticos también experimentan renovaciones sustanciales y necesitan asumir un protagonismo mayor frente al papel del planeamiento convencional basado en la zonificación y en la regulación normativa. Frente a ciudades que avanzan en esa dirección, otras confían en un papel “defensivo” del planeamiento urbano frente a las iniciativas del mercado. En la charla se presentarán algunos ejemplos referidos a proyectos urbanos de distintos perfiles arquitectónico-urbanísticos desarrollados en algunas ciudades europeas y españolas en particular. Los casos de Barcelona y Zaragoza se utilizan para centrar el debate sobre la eficacia de los proyectos urbanos desarrollados desde los años 90 del siglo pasado.