lunes, 31 de enero de 2011

Visita al barrio de La Mina - Bcn

El pasado 17 de enero, con amigos de la Asociación Española de Técnicos Urbanistas (AETU), tuve la oportunidad de visitar el barrio de La Mina de Sant Adriá del Besós, junto a la zona del Forum en Barcelona, guiados por Sebastiá Jornet.

Sebastiá, junto con Carles Llop y Joan Enric Pastor, integra el equipo redactor del Plan Especial de Transformación del barrio de La Mina. Como es sabido, la transformación experimentada por este barrio está siendo reconocida en numerosos foros y ha obtenido distintos premios. Hace unos años, en 2006, ya obtuvo el prestigioso Premio Nacional de Urbanismo, y el pasado mes de noviembre recibió en Bruselas el Premio Europeo de Urbanismo ( http://www.ceu-ectp.org/ ).

Este barrio, que debe su nombre a la mina que surtía de agua la fuente de un famoso merendero, es el resultado de una actuación de 1969, cuyo objetivo era la erradicación de diferentes núcleos de “infraviviendas” en el área metropolitana de Barcelona (Camp de la Bota, Pequín, la Perona, Can Tunis, Montjuïc, entre otros). Una barriada que en 1975, tenía ya más de 15.000 habitantes y una conflictividad social muy acusada.

Situación del barrio de La Mina, en el municipio de Sant Adrià del Besos, colindante con el extremo Este del municipio de Barcelona.

Pese a las inversiones realizadas en el barrio en las décadas de los 80 y 90, la falta de coordinación de las actuaciones y el difícil compromiso de inversión a largo plazo impidieron que se produjera un cambio efectivo de la situación social del barrio. Las condiciones de este espacio resultaban paradigmáticas de conflicto urbano muy acusado: aislamiento físico, estigmatización social, entorno degradado, índice de paro muy elevado, actividades irregulares, falta de equipamientos y de espacios de referencia, etc. A finales de los años 90 la situación llega a un punto en el que las administraciones deciden poner en marcha el Plan de Transformación del barrio de la Mina.

Y en este proceso de transformación han resultado claves dos aspectos. Por un lado, se ha sabido aprovechar el viento a favor provocado por la operación urbanística ligada al Forum de Barcelona, un evento que ha situado a la Mina en un punto de atención de todas las miradas. Se constituye en 2000 un Consorcio ( http://www.barrimina.org/ ), conformado por la Generalitat de Cataluña, la Diputación de Barcelona y los Ayuntamientos de Barcelona y Sant Adriá del Besós, que conjuntamente con la participación de numerosas entidades vecinales en todo el proceso, apuestan con claridad por solucionar este problema que, aunque de extensión reducida, era de una gran intensidad y conflictividad social. Las importantes cantidades económicas invertidas, el desvío de la línea del tranvía para que pase por el centro del barrio, o la construcción de algunos equipamientos de rango autonómico en el barrio no se hubiesen llevado a cabo en otro contexto.

Por otro lado, una estrategia urbanística apoyada en un trabajo sin descanso con las entidades vecinales del barrio y con un planteamiento muy inteligente, cuyos acertados resultados ya se están comprobando. El equipo redactor del Plan Especial detectó que, en un barrio en el que el estado de conservación de la edificación no era grave, se debía trabajar fundamentalmente con el espacio público, que suponía aproximadamente un 80% del total de la superficie. La herramienta de gestión: un ambicioso proyecto de reparcelación que resulta clave para desmantelar una franja de naves industriales que cerraba el barrio hacia el frente marítimo, y poder así configurar una nueva estructura clara y continua, una espina central, capaz de transformar la fisonomía de un barrio hasta entonces dividido (Mina vieja y Mina nueva).

La Mina en 2004 (izqda.) y en 2009 (dcha.).

La remodelación completa de la pieza central y preexistente de equipamientos (que era un verdadero tapón y cierre urbano) y el desmantelamiento de las naves industriales de la franja sur, ha dado paso a una rambla urbana, espacio de referencia en el barrio que conecta el parque del Besós, al norte, con el puerto deportivo del Forum, al sur. Una “cremallera urbana” de 600 metros de longitud, que personifica los principios básicos de esta intervención urbanística: Centralidad, Diversidad e Intercambio.

El parque del Besós ya había sido construido en 1986. Diseñado por los arquitectos Viaplana&Piñón en 1983, sus 65.000 m2 de superficie parecían resultar insuficientes para que los vecinos de La Mina tuvieran la percepción de que este parque era una zona verde del barrio. La Mina era un verdadero gueto urbano, cerrado incluso hacia este parque vecino.

La nueva rambla abre el barrio a este parque, y lo conecta a su vez con el nuevo frente marítimo, abierto con motivo de la renovación urbanística impulsada por la celebración del Forum 2004. Y a sus lados, el Plan de transformación de la Mina prevé la construcción de bloques de menor altura que los edificios originales del barrio, que quedan ahora en segunda línea. Estas nuevas parcelas albergan equipamientos y edificios residenciales, de manera que las promociones de vivienda social (de realojo o de promoción pública) y las de vivienda de promoción libre, se reparten en una suerte al tresbolillo que busca la mayor integración posible entre los vecinos realojados, provenientes de edificios derribados, y los nuevos vecinos.

En cuanto a los equipamientos, en el extremo norte de la Rambla, en su lado Este, junto al parque del Besós, se inauguró en 2003 el primer equipamiento de rango ciudad: la Comisaría de Mossos d'Esquadra de Sant Adrià de Besós. Se trata de un centro que, siguiendo el plan de implantación de la policía autonómica catalana, da servicio a todo el municipio de Sant Adrià en el programa contra la droga y la prevención de la violencia juvenil y doméstica.

En 2008 se inauguró la línea T6 del Trambesós que tiene una parada en el medio del barrio, y en 2009 se puso en marcha el Centro Cultural Fuente de la Mina. Es obra del arquitecto badalonés, Alfonso Soldevila. Posee un amplio vestíbulo que es además sala de exposiciones y que incorpora la antigua terraza, catalogada, de los arquitectos Enric Miralles y Carme Pinós que estaba en el Centro Cívico que se demolió para ubicar esta biblioteca. A estos equipamientos han seguido otros, como el Polideportivo, los nuevos centros educativos, o los centros religiosos.

El programa de vivienda pretende que en un barrio que tenía en su origen un 100% de vivienda de promoción pública, una quinta parte del total de viviendas sea de promoción libre. El área residencial original de la Mina estaba formada por veinte bloques de entre 5 y 12 pisos, con 2.721 viviendas en total. De éstas, 338 viviendas se ven afectadas por la transformación (demolición de algunos bloques, pasajes, etc.). Y el plan prevé la construcción de 1.145 nuevas viviendas (733 viviendas libres y 412 para realojo o promoción de vivienda pública), de manera que finalmente el barrio tendrá 3.528 viviendas.

En total, el Consorcio ha llevado a cabo una inversión cercana a los 173,7 millones de euros, cuyas aportaciones provienen de distintas fuentes: 52 M € corresponden a aportaciones de la Administración por cesión del suelo, 50 M € por cuotas del Proyecto de Reparcelación, 24 M € son aportados por la Generalitat de Cataluña, 14,1 M € por la Unión Europea (financiación del FEDER al Programa de Iniciativa Comunitaria Urban II de Sant Adrià de Besòs), 18M € por el Ayuntamiento de Barcelona, 12 M € por la Diputación de Barcelona, y 3,6M € por el Ayuntamiento de Sant Adriá del Besós.

En la asignación de estos fondos a los distintos programas resulta relevante la importancia del plan de acción social, al que se destina un 15,4% del total de la inversión (es decir, unos 2,5-3 M€ anuales durante unos 10 años). Un programa desarrollado por trabajadores sociales que forman parte de la plantilla del Consorcio, y que trata de corregir la problemática cartografía social del barrio, que detecta problemas de convivencia por escaleras y no tanto por bloques, manzanas o zonas. Otros programas de gran peso son el de nueva vivienda/ derribos, que asume un 27,9% de la inversión, y el de medidas de accesibilidad o rehabilitación en viviendas, al que se destina un 5,9% del total.


Una activa participación de las entidades vecinales, clave del éxito en un proceso de transformación urbana.

Esta experiencia nos abre los ojos para retos similares cuya resolución está pendiente en muchas de nuestras ciudades. Zaragoza ha iniciado intervenciones interesantes en esta materia, que trataremos en próximos artículos. Uno de ellos es el Plan de Revitalización de los barrios del Este: Las Fuentes y San José, impulsado por la Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento de Zaragoza. Lamentablemente, los parámetros de tamaño (La Mina es un barrio pequeño comparado con los de Zaragoza) y de volumen económico no son comparables, pero muchas de las claves de diseño son perfectamente trasladables a ámbitos cuya problemática urbanística y social es similar.

Por todo ello, muchas gracias, Sebastiá. Por tu tiempo, por tus explicaciones, y, en definitiva, por vuestro excelente trabajo, que confirma la utilidad real de la disciplina urbanística.

Pablo de la Cal

domingo, 30 de enero de 2011

Sobre urbanismo berlinés, Siedlungen y otros

Un sitio excelente sobre Berlín es del Departamento de Urbanismo (Senate Department for Urban Development) La versión en inglés es bastante completa: http://www.stadtentwicklung.berlin.de/index_en.shtml

Ahí se encuentra información actual y de la historia urbana de Berlín, así como de las propuestas futuras como el IBA 2020. Desde los planes y proyectos recientes a la "cultura de la construcción", con referencias a edificios, conjuntos urbanos o a la transformación de lugares emblemáticos, como la Alexander Platz: http://www.stadtentwicklung.berlin.de/planen/staedtebau-projekte/alexanderplatz/index_en.shtml

Tambien hay un apartado muy útil y bien organizado sobre las Siedlungen, por cierto dentro de las obras incluidas en la sección de monumentos y patrimonio mundial de la UNESCO:
Berlin Housing Estates of the 1920s - on the UNESCO World Heritage List
http://www.stadtentwicklung.berlin.de/denkmal/denkmale_in_berlin/en/weltkulturerbe/siedlungen/index.shtml

J.M.

jueves, 27 de enero de 2011

HANSAVIERTEL. BERLÍN. INTERBAU 1957.



Maqueta y vista del conjunto. Leonardo Benévolo. Historia de la Arquitectura Moderna

Tras la segunda Guerra Mundial, 140 de los 161 edificios que ocupaban la zona residencial situada en el extremo noroeste del Tiergarten de Berlín –conocida como Hansaviertel– habían quedado destruidos. En 1953 se convocó un concurso para la reconstrucción de la zona –en el que resultan ganadores Gerhard Jobst y Willy Kreuer– que constituyó el punto de partida de la Internationale Bauausstellung de 1957.
El planeamiento inicial se modificó bajo la supervisión de un comité presidido por Otto Barning, planteándose una gran variedad de edificios, correspondientes a muy diferentes tipologías –bloques laminares, torres, viviendas aisladas o en hilera– de cuya construcción se hicieron cargo 53 arquitectos de 14 países y 10 paisajistas. El conjunto lo completan dos iglesias, una estación de metro y un pequeño centro comercial con cine, biblioteca y jardín de infancia, a los que se añade la Akademie der Künste, acabada en 1960.
De las 1.160 viviendas previstas –con capacidad para unos 5.000 habitantes–, 601 se terminaron coincidiendo con la exposición de 1957, terminándose las restantes alrededor de 1960. Los prestigiosos arquitectos seleccionados –europeos casi en su totalidad, con una mayor parte de alemanes– representan a tres generaciones del Movimiento Moderno.
Así, arquitectos como Alvar Aalto, Paul Baumgarten, Wassili Luckhardt, Walter Gropius, Pierre Vago, Arne Jacobsen, Sep Ruf, Oscar Niemeyer, Egon Eiermann, Max Taut, Kay Fisker o Van den Broek y Bakema, entre otros, se hicieron cargo de los edificios que integran el conjunto en el ámbito del Hansaviertel, a los que hay que añadir a Le Corbusier, autor de la Unidad de Habitación construida en el área noreste de Berlín.
En cierto modo, el Interbau de 1957 –como el Kulturforum en el terreno de los grandes equipamientos culturales– pudo ser entendido y planteado como una demostración de la pujanza de Alemania occidental en la década de los cincuenta. Desde el punto de vista arquitectónico y urbanístico, el Interbau tuvo una amplia repercusión, tanto por la relevancia de los arquitectos involucrados, como por la calidad arquitectónica general y por la disposición de las diferentes piezas en el parque urbano en que se levantan.
Tal vez pueda achacársele al Interbau la condición un tanto diluida del planeamiento urbanístico que, fundamentalmente, asume el papel de soporte para la composición de los diferentes edificios a través de sus posiciones en el Tiergarten. Por otro lado, frente a las intervenciones más unitarias de la década de los treinta, la exposición –tal vez por su carácter de tal– adopta una condición heterogénea, con una mayor autonomía formal de cada una de las piezas que la componen, reflejando –según Tafuri– las diferentes “maneras” de sus autores.
Tras medio siglo de su conclusión, los valores paisajísticos del conjunto, las relaciones que definen la posición de los edificios entre sí, y con respecto a las vías perimetrales, las proporciones de los mismos, así como la atención prestada al confort urbano y a la integración en el conjunto de la ciudad, hacen que el Interbau de 1957 mantenga buena parte de su vigencia, a la que no son ajenos los esfuerzos de innovación tipológica en el ámbito residencial de las mejores propuestas.
Basilio Tobías

martes, 25 de enero de 2011

Madrid: 150 aniversario del Plan Castro

Plan Castro (1860)
En 2010 se ha cumplido el 150 aniversario del primer Ensanche de Madrid, conocido como Plan Castro. Proyectado por el ingeniero y arquitecto sevillano Carlos María de Castro en 1860, el plan supuso un gran avance en la configuración de la nueva capital, creando barrios tan importantes hoy para Madrid como los de Salamanca, Retiro, Chamberí y Argüelles. Con motivo del aniversario, el Ayuntamiento ha publicado en su página web toda la información sobre el proyecto.

Fuente: http://www.arquitecturaviva.com/Cms/Items/ItemDetail.aspx?ID=2377

domingo, 23 de enero de 2011

Las ciudades de Foster

La asignatura Urbanismo I (Introducción al Urbanismo) tiene un caràcter introductorio, de reconocimiento de la ciudad y del papel que juegan las intervenciones urbanísticas. La reflexión sobre las características y componentes de lo que denominamos "ciudad mosáico" se acompaña con referentes de proyectos urbanos, ejercicios y lecturas que tratan de ámbitos y contextos urbanísticos diversos: centros, extensiones, periferias.

Por ese motivo, resulta recomendable situar las numerosas aportaciones sobre la ciudad que se efectúan con una perspectiva arquitectónica y urbanística. Un artículo interesante es el que el conocido arquitecto Norman Foster publica en Babelia con el título "El futuro de la arquitectura" (23.01.11). Atención a las tres situaciones que plantea: "...La primera está relacionada con el diseño de esas ciudades nuevas que están creándose desde cero. ¿Qué forma deben adoptar, si tenemos en cuenta las cosas que han superado, o no, el examen de la historia? La segunda perspectiva afecta a nuestras ciudades actuales. ¿Cómo se adaptan a los nuevos desafíos ambientales? ¿Cómo las modernizamos para adaptarlas a los cambios y las nuevas necesidades ya visibles? La tercera pregunta se refiere a las zonas residenciales de las afueras, las interminables redes de carreteras y la extensión sin fin de los barrios poco poblados a los que sirven. ¿Qué futuro tienen? Aunque restrinjamos su proliferación, sigue existiendo la realidad de su presencia actual. ¿O también ellas están transformándose empujadas por las fuerzas del cambio?"

Y atención también a la recomendación de tener en cuenta las experiencias que nos ofrecen las ciudades existentes o los ejemplos del pasado: "...que, si queremos mirar hacia adelante en el tiempo, antes debemos mirar atrás. Se supone que veremos las pautas y tendencias pasadas y eso nos permitirá comprender mejor las situaciones y tener más probabilidades de éxito en nuestros planes para el futuro".

Con la intención de que podais leerlo antes de comentarlo en clase, os pasamos el enlace:

http://www.elpais.com/articulo/portada/futuro/arquitectura/elpepuculbab/20110122elpbabpor_14/Tes

Javier Monclús

sábado, 15 de enero de 2011

Aprendiendo de Zaragoza. Para alumnos de Urbanismo I

“Mirar, observar, ver, imaginar, inventar, crear”. Esa máxima de Le Corbusier a propósito de toda arquitectura resulta quizás todavía más necesaria en el campo del urbanismo.

Como introducción a la asignatura de Urbanismo I queremos animaros a comenzar a pensar en la ciudad, mediante algunos ejercicios que pueden ser útiles en un primer acercamiento a uno de los objetivos esenciales de la asignatura: la comprensión de los procesos urbanos, de la dimensión urbanística de la arquitectura, de la arquitectura de la ciudad. Reconocer la ciudad y sus lugares exige práctica y, sobre todo, ejercitar la mirada de arquitecto con el material básico del Urbanismo que son las ciudades, los fragmentos urbanos, los espacios proyectados, los planificados, los "no lugares", etc. Como decía Walter Benjamin, "la ciudad es como un libro que se lee con los pies". Por tanto, lo mejor es caminar y observar. Pero, para introducirse al Urbanismo, también resulta indispensable leer los textos, las explicaciones de los proyectos urbanos, los artículos especializados o de cualquier otro tipo relacionados con la ciudad y los fenómenos urbanos. 
Nos parece que es importante que mireis la ciudad en la que nos encontramos y en la que desarrollaremos una parte sustancial de nuestro trabajo universitario: Zaragoza. Se puede "aprender de Zaragoza", como de otras ciudades, de muchas maneras. Una de ellas es analizando y dibujando el recorrido que haceis cada día desde vuestro domicilio hasta el Centro Politécnico Superior. Otra, reflexionando sobre las relaciones entre arquitectura y ciudad en espacios urbanos concretos. Un ejemplo que puede ser útil, ahora que se está remodelando, es el de la Gran Vía de Zaragoza. Os adjuntamos un artículo publicado en Artes y Letras (Heraldo de Aragón, 13.05.2010), con motivo de una exposición celebrada en Madrid que pronto veremos en Zaragoza.

Las otras Grandes Vías. De Madrid a Zaragoza

¿Qué tienen en común las “Grandes Vías” de Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao, Granada, Murcia y Zaragoza? Con la excusa del centenario del inicio de la Gran Vía madrileña, se prepara una exposición sobre un tema más complejo e interesante de lo que en principio pudiera parecer. Como siempre que se comparan episodios urbanos correspondientes a diferentes ciudades y contextos históricos, el riesgo de generalización resulta obvio. Lo más fácil sería decir que no resultan comparables, que no hubo nada como la Gran Vía madrileña, o como la de Bilbao como la de Zaragoza. En cambio, la proliferación de nuevas tipologías de “grandes calles” en distintas ciudades europeas, norteamericanas y latinoamericanas desde finales del siglo XIX y, sobre todo, en las primeras décadas del siglo XX, nos permite pensar en la naturaleza y características de esas piezas urbanas.

Es cierto que algunas de esas calles se concibieron como operaciones de reforma urbana, aperturas radicales de nuevas calles en los cascos históricos. Es el caso de la de Madrid, un “sventramento” estratégico y revitalizador, al estilo  haussmaniano. También la de Barcelona (al considerar la Gran Vía Layetana que comenzó su apertura en 1908, de muy diferente naturaleza a la denominada Gran Vía de las Cortes Catalanas). Y también las de Granada, Valencia o Murcia. Otras, sin embargo, como las de Bilbao o Zaragoza, se concibieron como parte de sus proyectos de ensanche.

Las grandes vías como bulevares modernos
Si se considera la Gran Vía madrileña como modelo de gran calle monumental que redefine el centro de la ciudad y concentra la nueva arquitectura residencial y terciaria, las otras podrían ser analizadas como réplicas locales más o menos exitosas.  Sin embargo, también podría pensarse en la adaptación madrileña de los modelos parisinos o de las ciudades norteamericanas que durante ese mismo periodo, caracterizado por el movimiento “City Beautiful”, aspiran al embellecimiento y monumentalización urbana mediante el trazado de amplios bulevares o avenidas. Una aspiración que no es sólo formal sino que se corresponde con la voluntad funcional de vertebrar la estructura urbana creando conexiones entre lugares estratégicos y representativos de las ciudades.

Como señala Allan Jacobs en su excepcional libro sobre las “Grandes Calles”, es importante entender que un bulevar “es algo más que una calle ancha, da una imagen de gran tamaño y ceremoniosidad y prima la grandeza”. Algunos suelen definirlos como “avenidas amplias y ajardinadas”. De manera más explícita, se señala que en su concepción moderna, la de los bulevares parisinos del Segundo Imperio, éstos tienden a identificarse con una nueva versión de las avenidas arboladas de la ciudad neoclásica. Una versión en la que a las herencias del urbanismo clasicista se suman las preocupaciones funcionales, con la circulación y la promoción inmobiliaria como nuevos protagonistas.
Desde el punto de vista de la arquitectura urbana, lo más destacado es la continuidad relativa de las fachadas, más allá de la coherencia formal de las mismas. Lógicamente, las variantes en el diseño y características de los bulevares son innumerables y en ello influyen, tanto o más que la arquitectura de los edificios, las formas de disponer el espacio para peatones, conductores y transporte público.

La Gran Vía de Zaragoza: ciudad, paisaje urbano, arquitectura
En el caso zaragozano es importante recordar que el proyecto de una Gran Vía surge como concepto asociado al proyecto de Ensanche, a principios del siglo XX. Desde una perspectiva urbanística, la operación de la Gran Vía se concibe inicialmente como acertada prolongación directa del Paseo de la Independencia hacia el sur. En efecto, el Anteproyecto de Ensanche de 1906, no realizado en su momento pero propuesto como visión global de la extensión de la ciudad moderna que guiaría posteriores esquemas directores, se apoya en una gran “Avenida de la Libertad” que conecta la plaza Paraíso con el proyectado parque de Buena Vista.  Ese es el concepto estratégico de la Gran Vía de Zaragoza, que comenzó a materializarse en los años 20 con el cubrimiento del río Huerva y constituye un episodio señalado al concebirse como una operación urbana de notable envergadura: una calle de 40 metros de anchura y casi un kilómetro y medio de longitud, vertebradora de los ensanches del sur de la ciudad.
La Gran Vía zaragozana, sin haber llegado nunca a convertirse en el “corazón de la ciudad” (como sí sucede en la de Madrid mientras aquí el Paseo de la Independencia ha mantenido parcialmente su centralidad), sí va adquiriendo valor durante los años en que se va configurando con los edificios construidos desde la década de los 30 hasta la de los 60 (los indicadores de precios del suelo del periodo republicano ya nos dan una pista al encontrarse entre los más elevados de la ciudad). Y la arquitectura que caracteriza el nuevo bulevar se corresponde con un nuevo espacio urbano correspondiente a cierta modernidad de la Zaragoza de mediados del siglo XX. Como ocurre en los otros bulevares que surgen como avenidas arboladas (Sagasta, Pamplona) sobre las que se va apoyando distintos tipos de edificios pero con mayor intensidad, la concepción de la Gran Vía resulta en un espacio urbano lineal relativamente unitario, coherente y proporcionado.

Bulevares zaragozanos en 1937, con la Gran Vía a la izquierda. El protagonismo de los bulevares contrasta con el mosaico de tramas menores de ensanche


Bulevares zaragozanos en 1966, con la Gran Vía al fondo. Frente a la reconversión del Paseo de Independencia en Avenida para la circulación rodada, la Gran Vía culmina su construcción manteniendo el andador central y se configura como el nuevo eje “de prestigio” de crecimiento hacia el sur
El paisaje urbano de la Gran Vía se caracteriza por la coexistencia de arquitecturas eclécticas y académicas con otras que utilizan lenguajes más o menos “modernos”. En realidad, se trata de una muestra significativa de la arquitectura zaragozana que  se realiza en esas décadas, un observatorio en el que la ausencia de piezas emblemáticas de primer nivel no debe hacernos menospreciar su potencia como conjunto urbano. Destaca, sobre todo, el edificio de la  Caja de Ahorros (de Teodoro Ríos, 1945) el más monumental, que marca el inicio de la Gran Vía. Otros también resultan interesantes por su dignidad y presencia urbana, como los que continúan ese frente, en la fachada de los impares.  Y también resultan de interés los que se corresponden con las nuevas formas de promoción en manzanas completas y que permiten cierta experimentación en el segundo tramo de la Vía (manzana cine Gran Vía, de Miguel Ángel Navarro, 1941). Como también alguno que resuelve brillantemente el encuentro con tramas viarias laterales (manzana hotel Gran Vía, M. Ambrós, 1960) y otros, menos señalados pero bien inscritos en el bulevar. A pesar de la diversidad de lenguajes arquitectónicos, resulta evidente la mayor calidad del resultado urbano en relación a otros grandes “ejes viarios” de la ciudad. Basta contrastarlo con la desolación de otras “calles grandes”, como Cesáreo Alierta o su inhóspita prolongación en las décadas posteriores. 

 
Vista de la Gran Vía al atardecer (abril 2010).  Foto de Iñaki Bergera
 Recuperaciones y prolongaciones: la nueva Gran Vía
Es interesante comprobar la permanencia y los cambios en las concepciones de las Grandes Calles. A veces, se pretenden aplicar modelos del s.XIX a realidades urbanas del siglo XXI (como ocurre en Valencia con la pretendida prolongación de una gran avenida hasta el mar). En otras ocasiones, se trata de recuperar el espacio público reintroduciendo arbolado y verde en general o bien potenciando el transporte público y reduciendo el tráfico privado (consulta en Diagonal de Barcelona y concurso en Gran Vía de Madrid). En el caso de la Gran Vía zaragozana, la introducción del nuevo tranvía- metro ligero constituye una oportunidad para la renovación y actualización sustancial de ese espacio urbano singular. Parece claro que el proyecto urbano y paisajístico en curso puede mejorar sustancialmente nuestra Gran Vía, potenciando el uso del andador central, poco utilizado y con falta de continuidad peatonal y ciclista. Si además es posible resolver otros temas pendientes, como el del encuentro con el río Huerva en la finalización de su cubrimiento y la conexión con la estación de cercanías de Goya, es probable que la Gran Vía experimente una importante recualificación y se convierta finalmente en un nuevo espacio central, en la nueva Gran Calle de Zaragoza.

Gran Vía: proyecto de reurbanización (Iñaki Alday, 2010)


Javier Monclús

miércoles, 12 de enero de 2011

Aprendiendo de Berlín. Para alumnos de Urbanismo II

Hola a todos. Para animaros a pensar en la ciudad de Berlín, de cara al viaje de tercer curso (Composición y Urbanismo II), pero también para favorecer una reflexión general sobre la ciudad, os adjunto un artículo que he enviado para su publicación en Artes y Letras, el suplemento cultural de los jueves de Heraldo de Aragón (27.01.2010).


Aprendiendo de Berlín. Ciudad soñada, ciudad proyectada

Berlín, una ciudad única que ha conocido la destrucción, división y reconstrucción como pocas otras, constituye también un excepcional laboratorio para la arquitectura y el urbanismo moderno. La metrópolis mítica e inmortalizada en la literatura de Walter Benjamin, Alfred Döblin o Franz Hessel, sufrió un proceso doble de desmembración urbana, primero tras los bombardeos aliados al final de la segunda Guerra mundial, después por la división en dos ciudades que se produjo tras la construcción del Muro y, también, por las intervenciones urbanísticas modernas, a ambos lados del mismo.


Berlín 1860

Una tradición urbanística excepcional en una ciudad fragmentada
A pesar de esa trágica historia urbana, la riqueza de la tradición arquitectónica y urbanística berlinesa es quizás la mejor explicación de su fascinante recuperación y revitalización en las últimas décadas. Multitud de ideas y proyectos se han ido añadiendo a la ciudad soñada, desde las propuestas de Karl Friedrich Schinkel o las de Peter Joseph Lenné en el siglo XIX, a las de Martin Wagner, Bruno Taut, Ludwig  Hilberseimer, Werner Hegemann, entre otros arquitectos anteriores a la Guerra. Es interesante comprobar la recuperación de la mejor arquitectura en la posguerra (Mies van der Rohe, Hans Scharoun, las realizaciones del IBA de 1957, etc.) en paralelo a la fragmentación urbana y al auge del urbanismo funcionalista, abierto y “progresista” asociado a la proliferación de bloques residenciales e infraestructuras viarias, a ambos lados del Muro.



Propuesta de Martin Wagner para la Postdamer Platz (1929)
La diversidad y el contraste entre las numerosas propuestas y realizaciones berlinesas se entienden bien en una ciudad que siempre se ha configurado de forma fragmentaria. Efectivamente, desde su formación inicial, con la “unificación” de los dos núcleos medievales gemelos (Berlín – Cölln), la ciudad se configura como un mosaico de formas y fragmentos urbanos: el centro medieval a orillas del río Spree, la extensión barroca de Friederichstadt (1748), varias extensiones neoclásicas a inicios del siglo XIX (proyectadas por K.F. Schinkel y J. Lenné), un ensanche de gran entidad, planificado por James Hobretch (1862), los nuevos conjuntos residenciales o Siedlungen, etc.

Podríamos decir que la potencia de esa cultura arquitectónica y urbanística está en la base de la inagotable fuerza para la recuperación, que en cada fracaso ve la oportunidad de un nuevo comienzo enérgico. Por eso, Berlín se considera como uno de los mejores laboratorios urbanísticos durante todo el siglo XX. Así, podemos entender la explosión de creatividad que se produce a partir de la caída del Muro como un episodio más en la tradición urbanística local pero en estrecha conexión con la cultura internacional, tal como había sucedido en las exposiciones de arquitectura (IBA) de los años 1957 y 1987, dos hitos fundamentales de la historia de la arquitectura y el urbanismo contemporáneo.

Berlín, campo de pruebas del nuevo urbanismo arquitectónico
Con la caída del Muro, en 1989, y la inmediata decisión de trasladar a Berlín la nueva capital de la Alemania reunificada se presentaron nuevas oportunidades para repensar la ciudad. Hay que tener en cuenta que frente al predominio de aquel urbanismo funcionalista en la posguerra, desde los años 80 se había impuesto la versión más culturalista y arquitectónica siendo Berlín uno de los principales campos de pruebas, desde la IBA hasta las propuestas efectuadas desde principios de loa años 90.

La nueva situación de una ciudad dividida que dejaba de serlo supuso una oportunidad única para la aplicación de esas visiones a finales del siglo pasado. Única por la coexistencia de dos realidades urbanas tan diferentes a uno u otro lado del Muro. Aunque no tan singular si se consideran otros rasgos de Berlín, como los de su naturaleza fragmentaria y policéntrica, comunes a otras ciudades europeas. Esas dos realidades se apoyaban en sendos centros urbanos que se habían consolidado ya en  los años 20, uno histórico y monumental al Este, otro, comercial, terciario y lúdico el Oeste. Esa era la ciudad dividida que los estudiantes y arquitectos conocíamos en nuestras visitas a Berlín en los años 70 y 80, todavía con el Muro en pie. El centro del Berlín occidental estaba entonces en torno a la bombardeada iglesia conmemorativa del Kaiser Guillermo, de donde parten el bulevar Kurfürstendamm y Kantstrasse, mientras el del Berlín oriental se situaba en Alexander Platz y en la llamada Isla de los Museos, con Unter den Linden brutalmente seccionado junto a la Puerta de Brandenburgo, sin continuidad con el eje del Tiergarten.

Tras la unificación, dos objetivos se plantearon como prioritarios: la unificación de los dos centros descritos y el tratamiento de la franja liberada por el Muro. La preocupación lógica era la de unificar e integrar las dos ciudades también desde el punto de vista urbanístico. Pero también se planteaba un objetivo más general y que iba más allá de la especificidad berlinesa: reconvertir en un conjunto unitario, coherente y legible un “archipiélago urbano”, una ciudad tan policéntrica y fragmentada. Un sueño de la arquitectura y el urbanismo culturalista de los años 80. Uno de los episodios más interesantes fue  una consulta internacional realizada en 1990, a la que fueron invitados una veintena de arquitectos de prestigio que ya habían intervenido en Berlín. Los lemas y nombres de los participantes dan una idea de la diversidad de aproximaciones que se presentaban y que se han ido sumando al catálogo de ideas y proyectos berlineses: “revitalización de un corazón múltiple” (M. Bellini), “superposición de lo viejo y lo nuevo” (G. Grassi), “Gran Berlín” (V. Gregotti), “la zona muerta” (Z. Hadid), “Tiergarten como centro geométrico” (Herzog y De Meuron), “la Línea de encuentro” (J. Nouvel), “Bloques del Este” (B. Tschumi), por nombrar sólo los más señalados (además, de los Venturi, Solà Morales y otros). A pesar del enfoque “morfologista” de los convocantes, con la insistencia en la unificación de las estructuras urbanas, y a diferencia del realismo de las propuestas de los 80, en la consulta de 1990 casi todas las propuestas tenían un carácter bastante más utópico y radical, aunque algunas de ellas, como las de Aldo Rossi para la Postdamer Platz acertaban en la importancia estratégica de ese lugar.

Propuesta de Aldo Rossi para la Postdamer Platz (1990)
De los proyectos a las realizaciones. Lecciones berlinesas
Finalmente, las transformaciones experimentadas por Berlín fueron producto de procesos urbanos más complejos de lo que parecían prever la mayor parte de los concursantes. Las dificultades del urbanismo arquitectónico y culturalista en su empeño por conseguir unaestructura y una forma unitaria dieron paso a otras aproximaciones más pragmáticas y adecuadas a las estrategias de una metrópolis en la era de la globalización. En cualquier caso, las lecciones berlinesas son múltiples y tienen que ver con esa envidiable energía y tradición urbanística. La constante aportación de ideas y proyectos, su discusión pública, el rigor en el control de calidad de propuestas y realizaciones, no deberían ser vistas como cuestiones exclusivas de una ciudad única. En el fondo, Berlín anticipa el camino de muchas otras ciudades europeas. Aunque resulta obvio y es lo más fácil decir que Zaragoza no es Berlín, no vendría mal aquí aprender de esa voluntad constante de mejora con aportación y discusión democrática de propuestas imaginativas.


Postdamer Platz (julio 2010). Foto del autor

Javier Monclús



martes, 11 de enero de 2011

Un blog para estudiantes y profesores de Urbanismo de la Universidad de Zaragoza

El presente blog se concibe como una herramienta para favorecer la comunicación entre alumnos y profesores de la materia Urbanismo de la titulación de Arquitectura en la Universidad de Zaragoza.

Desde el área de Urbanística y Ordenación del Territorio pretendemos que se convierta en una herramienta más de comunicación, complementaria al Moodle de las asignaturas. Se supone que no se trata de suplantar la actividad presencial sino, al contrario, enriquecerla mediante el debate y las aportaciones de todos, en paralelo a la docencia en las aulas. 

Para poder activarlo, pedimos un mínimo de compromiso a los alumnos para que la información generada en el blog vaya engrosando día a día y sea un buen reflejo del trabajo que se genera cada semana en las aulas o fuera de ellas.

Alumnos y profesores deberán atenerse a las normas de publicación referidas en la página principal del blog. Se trata de normas básicas para la publicación de las "entradas", de forma que haya una mínima homogenización de las mismas. También se proponen una serie de "etiquetas (tags)", para separar las entradas de cada curso y para clasificación temática. Dichas etiquetas servirán para ordenar las entradas de forma intencionada, además de la más obvia ordenación cronológica, pudiendo ser complementadas a su vez con comentarios que generen un debate abierto sobre cada uno de los temas. Los alumnos de segundo curso, al introducir una "entrada" deberán añadir como etiqueta "alumnos 2", mientras que los de tercero, deberán añadir "alumnos 3". Por su parte, los profesores deberán escribir "profesores". Además de esta etiqueta, todo comentario, imagen, artículo o entrada, en general, deberá ir firmado con nombre y apellidos para saber a quién corresponde.
Se trata de estimular y motivar a todos para desarrollar un aprendizaje participativo y colectivo, método que siempre ha sido fundamental en la enseñanza de la Arquitectura y el Urbanismo y que debemos renovar de cara a la mejora constante de nuestra titulación.

Javier Monclús
Catedrático de Urbanismo