El casco histórico de Monzón, a la sombra de su imponente
castillo legendario, enmudece, se apaga. No es una cuestión reciente, ha sido
poco a poco. De hace unos años a esta parte, cada vez vive menos gente, el
comercio cierra sus puertas, las calles y plazas pierden pulso y vitalidad. Al
otro lado del río (la Sosa),
la avenida ejerce el papel de arteria urbana, de espina urbana central, con los
centros comerciales en las salidas de la ciudad. Esta situación, que preocupa
en general a los habitantes del casco y a los montisonenses en general, ha
movido al Centro de Estudios de Monzón y Cinca Medio (CEHIMO) a organizar una
jornada sobre cascos históricos, que pueda animar un debate y proponer un
planteamiento a futuro sobre el casco de Monzón.
Alegría Colón, arquitecta profesora de la Escuela de Ingeniería y
Arquitectura de la
Universidad de Zaragoza EINA y miembro de CEHIMO, ha sido la
organizadora de esta jornada, y ha planteado un programa con el objetivo de
poder analizar en profundidad las experiencias de tres ciudades que llevan
acumuladas varias décadas de planificación y gestión de sus cascos históricos,
Pamplona, Gerona y Vitoria.
Pablo de la Cal, profesor de urbanismo y compañero
de Alegría en la EINA
aborda, en su charla introductoria, el conflicto permanente entre modernización
y conservación, que se muestra ya con virulencia en algunas actuaciones de
reforma viaria de principios del siglo XX. Por ejemplo, en Barcelona, en la que
en concreto la apertura de una de las grandes vías proyectadas, la actual Vía
Layetana, provoca la constitución de la Comisión de Arqueología. Y se resuelve finalmente
con un atento proyecto que considera determinados elementos de la ciudad
histórica. Y realiza un repaso al hito del Plan de Conservación de Bolonia
(Cervellati, 1969) y de los planes de rehabilitación y promoción de vivienda
protegida llevados a cabo en los años 70 en este casco histórico. Analiza la
figura de Giuseppe Campos Venutti en este Plan, y de manera especial su
influencia en los planes en cascos históricos impulsados en los años 80 y 90 en
España, que recogen en buena parte las lecciones más importantes de Bolonia (Avance
del PGOU de Madrid (1982), los planes especiales en Barcelona, Santiago de
Compostela, etc).
En las dos últimas décadas, de la rehabilitación se pasa a
la regeneración urbana integrada, en la que los ámbitos de intervención ya no
van a ser sólo los centros históricos, sino otros cascos antiguos de nuestras
ciudades, como los barrios de las primeras coronas urbanas, con una antigüedad
de 80-100 años, o incluso los crecimientos de polígonos residenciales del
desarrollismo industrial en España. El caso de la regeneración urbana llevado a
cabo en el barrio de La Mina
(Sant Adriá del Besós-Barcelona) es paradigmático en este sentido.
Utilizando como referencia algunos planes en los que Pablo de la Cal ha trabajado en los últimos años, presenta
el Plan Especial del Casco Histórico de Jaca (1997) como un ejemplo de
continuidad en el tiempo, en la inversión, y en la gestión, con un
funcionamiento bastante honroso de la Comisión de Seguimiento del Casco Histórico, en
la que participan tomando decisiones sobre las acciones a adoptar un número
importante de asociaciones vecinales, culturales, empresarios, etc. de la
ciudad.
El Plan Especial del Conjunto Histórico de Ejea de los
Caballeros pretende resolver una problemática similar a la que aparece en el
casco de Monzón, un casco en ladera cuya actividad ha “resbalado” hacia las
zonas llanas y amplias de la vega, y que en su lado opuesto tiene un límite
urbano claro (el río Arba en Ejea, el castillo en Monzón). En el caso de Ejea,
precisamente la resolución de este borde trasero puede ser una palanca para la
revitalización del casco.
Y el Plan Especial de Jánovas (2011), que muestra la
necesidad de la implicación de los vecinos en la confección del Plan. Y la
fuerza de los intangibles al hacer los planes, las referencias aportadas por los
vecinos, su memoria, los nombres de las casas y las cosas, la manera de usar
los espacios, han sido claves imprescindibles en el caso de Jánovas, en el que
los restos edificados quedaban ocultos bajo las hiedras. Una experiencia que
puede ilustrar, aunque con las necesarias adaptaciones a las condiciones
particulares y a los agentes implicados en cada caso, la manera en la que se
deben acometer estos procesos de planeamiento.
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Panorámica general de Monzón y su castillo (fotografía Alejandro Dean) |
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El casco histórico desde el castillo (fotografía: A. Dean) |
Enrique Maya (arquitecto, con una trayectoria
profesional dedicada a la rehabilitación y alcalde de Pamplona 2011-2015) mostró
la experiencia de Pamplona. Una ciudad de casi 200.000 habitantes, equilibrada en
sus barrios, que acumula muchos años de gestión en el casco. Defendió la
necesidad de priorizar que los habitantes sigan viviendo en el casco antiguo, y
destacó que hay que buscar los puntos fuertes de cada casco histórico y
potenciarlos. En el caso de Pamplona este elemento fuerte han sido sus cinco
kilómetros de murallas, y éste fue el argumento para exponer las actuaciones llevadas
a cabo en los últimos años: el Archivo de Navarra (Rafael Moneo),
rehabilitación en el Palacio del Condestable, la pasarela de Labrit, el Molino
de Caparroso, el Centro Termal, el Fortín de San Bartolomé….Todo esto acompañado de una política de vivienda alentada
por la vía de la subvención (hasta el año 2000 con un 74% de ayuda pública) y
de las interesantes actuaciones llevadas a cabo por la Sociedad Pública
Pamplona Casco Histórico, acometiendo operaciones que resultan económicamente
inviables para la iniciativa privada, con el fin de eliminar la parte mas degradada del casco.
Enrique Maya expone, siguiendo los
planteamientos expuestos en los ejemplos presentados por Pablo de la Cal,
que la política de los cascos no debe ser independiente de la del resto de la
ciudad, y no debe ser restrictiva, de prohibición. Se pueden plantear nuevos
crecimientos en la medida en que puedan reportar beneficios para el conjunto,
en que se puedan revertir las plusvalías en la mejora de las zonas
consolidadas.
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Aspecto de solares y edificaciones sin uso (fotografía: A. Dean) |
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Subida al castillo (fotografía: A. Dean) |
Tras un turno de preguntas por parte del público, los
asistentes tuvieron la ocasión de recorrer las calles del casco histórico de
Monzón. María Angeles Mur resumió la
historia urbana de Monzón ante la maqueta que se expone en una sala del
Ayuntamiento, y mostró con pasión las últimas actuaciones de rehabilitación llevadas
a cabo, transmitiendo a la vez la preocupación colectiva por un sentimiento de
dejadez y de falta de pulso e iniciativa hacia esta parte de la ciudad.
Ya en la sesión de tarde, Isabel Salamaña (geógrafa y concejala del Ayuntamiento de Gerona entre
los años 1992-2011) hizo una apasionada presentación de los éxitos y riesgos en
los que se encuentra en la actualidad el Casco antiguo de Girona. Comenzó con
unos textos de Joaquim Nadal (arquitecto y alcalde de Gerona 1979-2002),
impulsor de las primeras apuestas por la revitalización del casco antiguo de la
ciudad .En una actuación pionera en España, se llevan a cabo en 1979 los primeros
trabajos de limpieza en el río Oñar, para hacer habitable esta parte de la
ciudad. Las diversas actuaciones llevadas a cabo con tal propósito han sido
todo un éxito, hasta el punto de que la presión sobre el casco, con un número
importantísimo de eventos, acontecimientos culturales, se presenta ahora como excesiva,
presentando un riesgo de “turistaveneciación”… El objetivo original de
conseguir un espacio para los habitantes de Gerona donde pasear, comprar,
disfrutar, etc. se ha tornado en un preocupante e imparable proceso de
mercantilización del espacio público (terrazas…) y de creciente especulación en
materia de apartamentos turísticos, que terminan por expulsar actividades
tradicionales y habitantes del casco antiguo.
La presentación de Roberto
Ercilla (arquitecto con reconocidísimas actuaciones en el casco histórico
de Vitoria) fue un interesante contrapunto a la de Gerona, ya que en Vitoria el
turismo no tiene apenas peso específico,y el papel principal lo juega el ciudadano. Ercilla
reflexiona sobre la atracción que ejercen los cascos históricos, debida a su
comodidad, a su calidad ambiental, a la escala de sus espacios adecuada a las
personas, al tamaño de sus pavimentos, al pequeño comercio… Reconoce los ensanches como
modelos urbanos razonables, pero expone que el urbanismo moderno ha evidenciado
su completo fracaso en este aspecto, con unas grandes avenidas cada vez más
inútiles e innecesarias.
La personalidad de los cascos antiguos reside en su
estructura urbana. Y esto es especialmente claro y rotundo en el casco de Vitoria,
una construcción urbana medieval de la loma en la llanada alavesa, con calles
que siguen las curvas horizontales de la loma junto con los cantones
transversales y los caños, espacios que quedan entre las líneas de
edificaciones y que ahora se recuperan como espacios de circulación y
convivencia. El desnivel que salvan con fuertes pendientes y escaleras los
cantones se resolvió con éxito con una intervención del propio Ercilla, mediante
unas rampas mecánicas cubiertas con una estructura de vidrio, que han
permitido, sobre todo, una permeabilización y una conexión entre zonas, para
superar la condición de espacios guetto, exclusivos, que existían en algunos
espacios conquistados por determinados grupos sociales.
El casco se ha ocupado ahora por una multiplicidad de
espacios de programación cultural, con actividades en la calle, con nuevos
comercios, escenario de convivencia de muchas culturas y sensibilidades.
Respecto a las intervenciones arquitectónicas contemporáneas, defendió Ercilla un necesario solape histórico
entre lo antiguo y lo nuevo, siempre que lo nuevo sea de calidad: “esa
coexistencia parece imprescindible si queremos que el casco esté vivo”. También
parece obligado convertir espacios ya existentes en espacios de actividad
ciudadana, como los museos o la misma catedral, protagonista de una exitosa
campaña “Abierto por obras” que ya ha sido imitada en otras ciudades españolas.
La sesión concluyó con una mesa redonda en la que pudo
profundizarse en algunos aspectos tratados a lo largo del día. Los cascos
históricos pueden ser elementos dinamizadores de nuevas políticas en nuestras ciudades, pueden
representar la oportunidad de alojar programas y actividades innovadoras,
siempre que se planteen menos en clave patrimonial y más en clave de apropiación.
Además, encajan perfectamente con los necesarios planteamientos de
peatonalización, movilidad sostenible, y los retos ambientales que todas las
ciudades tienen sobre la mesa.
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Aspecto de la Jornada (fotografía: A. Dean) |
La jornada fue pues una buena ocasión para hablar de Urbanismo,
para reforzar el sentimiento de que es preciso actuar en el casco histórico de
Monzón, para concienciar sobre determinadas acciones que se pueden llevar a
cabo. Posiblemente no será la última jornada de este tipo que se lleve a cabo en
Monzón, que tiene un apasionante reto por delante: revitalizar su casco antiguo,
la zona más sensible de Monzón.
Pablo de la Cal