Una vez expuesta la primera fase
del ejercicio de taller de Urbanismo 3 “Planeamiento urbanístico”, el pasado 18
de marzo realizamos una visita a la ciudad objeto de nuestro estudio: Tarazona.
La semana anterior habíamos
presentado en clase los análisis realizados por grupos. Durante unas semanas hemos
estado analizando el Plan General de Ordenación Urbana de Tarazona (el vigente
y el documento de su revisión, que ya cuenta con aprobación inicial), y también
hemos estudiado la ciudad de Tarazona en su conjunto, tratando de entender las
claves sobre su historia y su construcción urbana. En esta visita a la ciudad,
llevábamos encima los trabajos realizados, a modo de cuaderno de notas de nuestras
impresiones. Las diferentes propuestas –de cierre, de renovación y
reestructuración urbana, de conexión o de dinamización- se montaron en el autobús que
nos esperaba en el IAACC Pablo Serrano de Zaragoza y bajaron en la Plaza San
Francisco de Tarazona.
A través de las calles de la
antigua Judería, donde comprobamos que se concentraba el comercio, accedimos a
la plaza de España en la que se sitúa la Casa Consistorial, un excepcional
edificio de portada renacentista.
Hasta que se hizo la hora del
encuentro que íbamos a tener en el interior nos separamos aprovechando para,
entre otras cosas, visitar la oficina de turismo. Allí nos informaron de la
importante oferta cultural y natural de la ciudad y sus alrededores, nos dieron
planos distintos a los que habíamos dibujado y nos hablaron de la
peatonalización de la plaza de España, cuyas obras empezaban ese mismo día, y
de la renovación del paseo Fueros de Aragón.
Ya en el salón de Plenos del
Ayuntamiento, tras una breve presentación por parte de Pablo de la Cal,
profesor de la asignatura, el encargado de darnos la bienvenida fue Luis José
Arrechea, concejal de Urbanismo, quien nos animó a trabajar con la mayor
intensidad dada la importancia de Tarazona y el cariño que le atesoraba. En
segundo lugar fue el turno de César García de Leániz, geógrafo y miembro del
equipo redactor de la revisión del Plan General de Ordenación Urbana de
Tarazona, que nos dio una muestra de la verdadera complejidad que conlleva
realizar un PGOU. Los últimos pero acertadísimos comentarios fueron realizados
por Marianela Álava, arquitecta municipal, que incidió en los aspectos que
creía más interesantes y urgentes.
En nuestro turno de preguntas
nuestro compañero Miguel Barriendos se refirió a la posibilidad de plantear un
corredor verde que uniera el Parque de La estación con el Parque Pradiel y
posteriormente fue Andrés Fernández-Ges, profesor de la asignatura, quien
esbozó las líneas que estaban siguiendo los trabajos para una primera valoración
por parte del equipo técnico, que nos transmitió la dificultad y laboriosidad
que íbamos a encontrarnos, no sin dejar de animarnos a llevarlo a cabo. Tras la
intervención de nuestros profesores y con un sonoro aplauso dimos por terminado
el encuentro y nos dirigimos a la Catedral de Santa María de la Huerta, donde
nos esperaba Lola Zueco para realizar una visita guiada por la misma.
Empezamos por el interior del
claustro con una breve reseña histórica acerca de la construcción de la obra a
la que siguió conocer cómo habían sido las sucesivas restauraciones que había
sufrido la catedral, y digo sufrido porque alguna resultó ser más perjudicial
que beneficiosa para su estructura. Conforme paseábamos por el claustro Lola
nos iba comentando aspectos relevantes apoyando su discurso en los paneles que
ahí se encontraban expuestos y en las propias muestras que encontrábamos al
mirar los muros, de los que sobresalían los tirantes que se habían añadido años
atrás. Tras pasar a la zona abierta del claustro la guía nos llevó a visitar la
parte superior de la catedral.
Lola Zueco nos enseñó los
criterios seguidos para la restauración en arbotantes y contrafuertes haciéndose
oír por encima del cierzo que nos azotaba y después subimos a la parte superior
de la catedral. Allí observamos cómo convivían la construcción antigua con las
instalaciones actuales y subimos a la parte alta del cimborrio, pudiendo
admirar una interesante panorámica de la ciudad que nos permitió entenderla un
poco mejor. Con la vista reciente en la retina nos despedimos de Lola y nos
separamos para comer y visitar Tarazona, encontrándonos más tarde en la misma plaza
San Francisco en la que nos había dejado el autobús.
Algunos de nosotros fuimos a
comer a un restaurante que conocía un compañero con casa en Tarazona y
aprovechamos la comida para escuchar comentarios en contra de lo que se estaban
alargando las obras en el Paseo Fueros de Aragón, pero a favor de que se
hicieran y mejorasen esa vía; escuchando también se hace ciudad. Cuando
acabamos nos dirigimos a la zona oeste de la ciudad, la que nos interesaba
visitar.
Recorrimos el paseo del río
Queiles, observando esas obras de las que habíamos oído hablar en la comida, y
el negocio que se concentra en esa zona, y llegamos hasta el Parque Pradiel;
una amplia zona verde con juegos y zonas de descanso que estaba vacía, quizá
por las horas. Seguimos caminando hasta alcanzar el nacedero de San Juan y empezar
a subir por la calle Crucifijo; una empinada rampa que serpentea hasta alcanzar
la zona oeste del barrio de El Cinto.
Antes de penetrar en el barrio
observamos cómo la elevación del terreno permitía dominar toda la antigua zona
de huertas y la expansión hacia el sur de la ciudad, distinguiendo los
crecimientos residenciales producidos y zonas que conocíamos y que habíamos
trabajado en el análisis.
En el interior del Casco observamos
los frecuentes cambios de altura que se producían en las calles, su estrechez y
cercanía a las viviendas, en su mayoría en un estado merecedor de una
restauración, además de la falta de espacios de reunión libres, ya que aquellos
ligeramente amplios eran usados a discriminación como zona de aparcamiento. Nos
llamó la atención la falta de vegetación y de color en una zona en la que,
quizá de nuevo por las horas, apenas había personas y las que veíamos eran
mayores que con paciencia subían las cuestas.
Llegamos a la parte norte de la
zona y quedamos muy sorprendidos por la desconexión, debido a la altura, que
había entre donde nos encontrábamos y tres metros más delante de las vallas.
Sí, El Cinto dominaba también la parte norte pero preveíamos muy difícil la
conexión con esa parte de la ciudad.
Como ya se acercaba la hora de
marcharnos empezamos a descender por calles de configuración muy similar,
algunas de ellas resueltas con amplios escalones, hasta llegar a la iglesia de
la Magdalena. En este punto giramos para visitar la zona donde el PGOU prevé
construir, en un solar de difícil acceso, un gran aparcamiento conectado
mediante escaleras mecánicas y ascensor a la zona superior.
Queríamos terminar bajando las
escaleras frente al Palacio Episcopal y visitamos la plaza, también con coches
aparcados, que nos conectó con el enésimo espacio libre con difícil conexión y
que no nos invitaba a permanecer en él, porque lo percibimos en ese momento
como un lugar frío e incómodo.
Llegamos al parque de la ribera
del Queiles y pudimos apreciar con claridad la diferencia de actividad entre
una zona y otra. Una vez en este espacio amplio, en contraste con las zonas
interiores antes descritas, apreciamos mucha más gente, actividad y dinamismo
que daban, en otras palabras, más vida al entorno. Como no queríamos irnos sin
visitar el interior de la Plaza de toros vieja llegamos cinco minutos tarde por
poder verla, pero mereció la pena aunque apenas pasáramos allí más de medio
minuto.
Montamos en el autobús que ya nos
esperaba y empezamos el camino de vuelta hacia Zaragoza, donde al llegar
algunos nos quedamos juntos merendando hablando de la visita, lo acertado, o
no, de nuestros análisis y lo oportuna que había sido la jornada.
Pedro Torres Domingo. Alumno
Urbanismo 3. 29.03.2019.
Nota: podeis ver la noticia en TV de la sesión en el Ayuntamiento: https://www.youtube.com/watch?v=-2Oeg2-qwEU
Nota: podeis ver la noticia en TV de la sesión en el Ayuntamiento: https://www.youtube.com/watch?v=-2Oeg2-qwEU