Londres siempre ha sido una ciudad singular y un referente esencial para arquitectos y urbanistas. Cualquier historia de la arquitectura o del urbanismo dedica una atención especial a su configuración urbana y a su paisaje arquitectónico. Además, los sucesivos ciclos de renovación y reconstrucción de Londres han dado lugar a una ciudad cada vez más global pero que, al mismo tiempo, ha sido capaz de mantener su singularidad y sus rasgos de identidad urbana. Es por ello que, además de un objetivo turístico internacional, Londres puede verse como un laboratorio en se encuentran múltiples episodios que son objeto de debate continuo en la cultura profesional de los arquitectos, por lo que constituye también un interesante destino para los viajes de estudios, como el que se realizará el próximo mes de febrero, organizado por las áreas de Composición Arquitectónica y de Urbanística de nuestra Escuela.
La personalidad “única” de Londres era el punto de partida del libro ya clásico de Steen Elier Rasmussen London, The Unique City. El libro fue publicado inicialmente en danés, en 1934 y después en inglés, en 1937, con posteriores ediciones en varios idiomas (a destacar la italiana, en 1972, con prólogo de Tafuri). Interesa tener muy en cuenta ese libro por varios motivos, entre otros porque fue tomado como argumento central de la conferencia que impartió el profesor Michael Hebbert en la Escuela, hace un par de semanas.
La personalidad “única” de Londres era el punto de partida del libro ya clásico de Steen Elier Rasmussen London, The Unique City. El libro fue publicado inicialmente en danés, en 1934 y después en inglés, en 1937, con posteriores ediciones en varios idiomas (a destacar la italiana, en 1972, con prólogo de Tafuri). Interesa tener muy en cuenta ese libro por varios motivos, entre otros porque fue tomado como argumento central de la conferencia que impartió el profesor Michael Hebbert en la Escuela, hace un par de semanas.
Respecto a S.E. Rasmussen (1898- 1990) hay que decir que se trata de un arquitecto urbanista y autor de varias publicaciones, entre las que se encuentra el libro mencionado. Rasmussen fue también profesor en la Royal Danish Academy of Fine Arts de Copenhague, desde 1924 hasta 1968. Además, fue autor de otros dos libros importantes: Towns and Buildings (1951), and Experiencing Architecture (1959) (ambos disponen de versiones en castellano). Pero Rasmussen es conocido sobre todo en la cultura urbanística internacional por ser el autor principal del equipo que redactó el famoso “Finger Plan” para Copenhague (1948), unos años después de la aprobación del todavía más conocido “County of London Plan”, de Patrick Abercrombie (1943).
Su punto de vista sobre Londres se expresa claramente en el primer capítulo del libro: si París y Viena pueden considerarse los prototipos del urbanismo europeo de finales del siglo XIX, adscribiéndose al tipo de ciudad “concentrada”, la capital británica correspondería al segundo tipo, el de la ciudad “descentralizada”, “dispersa” o “extendida” (“scattered city”): precisamente el que Rasmussen considera el “modelo ideal”. Para entender la especificidad del caso londinense, el autor reconoce que hay que tener en cuenta la conjunción de muchas circunstancias. Por ello, se plantea una interpretación de la historia urbana de Londres no como un fin en sí mismo, sino como un medio para entender la ciudad del presente.
Su punto de vista sobre Londres se expresa claramente en el primer capítulo del libro: si París y Viena pueden considerarse los prototipos del urbanismo europeo de finales del siglo XIX, adscribiéndose al tipo de ciudad “concentrada”, la capital británica correspondería al segundo tipo, el de la ciudad “descentralizada”, “dispersa” o “extendida” (“scattered city”): precisamente el que Rasmussen considera el “modelo ideal”. Para entender la especificidad del caso londinense, el autor reconoce que hay que tener en cuenta la conjunción de muchas circunstancias. Por ello, se plantea una interpretación de la historia urbana de Londres no como un fin en sí mismo, sino como un medio para entender la ciudad del presente.
Recientemente, el libro de Rasmussen ha sido traducido al castellano y publicado por la Fundación Caja de Arquitectos. Como señala Ángel Martín en el prefacio “el gran mérito de esta obra radica en que su discurso principal, la lectura operativa de la forma urbana de Londres, se ha mantenido con un vigor notable”. En el fondo, lo que se pretende en el libro es explicar la tendencia y el proceso que está en la base de la singular forma urbana “descentralizada” de Londres. Así, la obra se estructura capítulos más bien temáticos que cronológicos: 1. Londres, la ciudad descentralizada “scattered”); 2. La independencia de Londres; 3. El centro del comercio mundial; 4. Los intentos de contener el crecimiento de Londres; 5. El origen de los campos de recreo; 6. Los planes urbanísticos de 1666; 7. Las comunicaciones de Londres; 8. El jardín paisajístico inglés; 9. Las plazas de Londres; 10. La arquitectura doméstica; 11. La verdadera y triste historia de Regent Street; 12. La casa londinense; 13. Los parques de Londres; 14. Los transportes londinenses; 15. La ciudad-jardín; 16. Un final de lo más infeliz.
Resulta interesante la argumentación de Rasmussen a favor de la ciudad descentralizada o dispersa (“scattered”, “extendida”, en la traducción española) y su contraposición frente al modelo de la “ciudad compacta”, tan impuesta en las concepciones actuales. El autor encuentra distintas claves que explican la personalidad urbana y arquitectónica de Londres, una “ciudad sin centro”, contrapuesta a las “ciudades centralizadas” del continente. Especialmente importante es el peso de la casa unifamiliar inglesa, correspondiente a un estilo de vida propio. Así como la naturaleza “orgánica” de su crecimiento urbano.
No hay que olvidar el contexto en el que se redacta el libro, con el intenso debate sobre el urbanismo moderno que se desarrolla durante los años 30 y 40 del pasado siglo. La doble dedicatoria a Raymond Unwin y a Werner Hegemann resulta suficientemente significativa sobre sus afinidades con la Arquitectura urbana moderna (la de A.E. Brinckmann y otros, no la del urbanismo funcionalista de los CIAM). Sin embargo, casi 50 años más tarde, en la reedición inglesa de 1982, se incluye como apéndice un ensayo sobre las New Towns (redactado en 1978), que proporciona una visión renovada del autor: “Modern and Ancient: a New and More Happy Ending but No End”.
Resulta interesante la argumentación de Rasmussen a favor de la ciudad descentralizada o dispersa (“scattered”, “extendida”, en la traducción española) y su contraposición frente al modelo de la “ciudad compacta”, tan impuesta en las concepciones actuales. El autor encuentra distintas claves que explican la personalidad urbana y arquitectónica de Londres, una “ciudad sin centro”, contrapuesta a las “ciudades centralizadas” del continente. Especialmente importante es el peso de la casa unifamiliar inglesa, correspondiente a un estilo de vida propio. Así como la naturaleza “orgánica” de su crecimiento urbano.
No hay que olvidar el contexto en el que se redacta el libro, con el intenso debate sobre el urbanismo moderno que se desarrolla durante los años 30 y 40 del pasado siglo. La doble dedicatoria a Raymond Unwin y a Werner Hegemann resulta suficientemente significativa sobre sus afinidades con la Arquitectura urbana moderna (la de A.E. Brinckmann y otros, no la del urbanismo funcionalista de los CIAM). Sin embargo, casi 50 años más tarde, en la reedición inglesa de 1982, se incluye como apéndice un ensayo sobre las New Towns (redactado en 1978), que proporciona una visión renovada del autor: “Modern and Ancient: a New and More Happy Ending but No End”.
Otro libro sobre Londres que va camino de convertirse en clásico es London, more by Fortune than Design (John Wiley, 1998). El autor de ese libro es el catedrático de urbanismo, actualmente en la Universidad de Manchester, Michael Hebbert, a quién tuvimos la suerte de escuchar una magnífica conferencia en nuestra Escuela, con el título “London. Still a Unique City? El punto de vista Hebbert se corresponde con el de un conocedor profundo del urbanismo londinense que ha sido, entre otras cosas, coordinador, durante 15 años, de 1979 a 1994, de los Máster y estudios en Urbanismo de la London School of Economics. Así como, más recientemente, continua su labor en distintas unidades de investigación de la School of Environment & Development's, especialmente en el llamado Manchester Architecture Research Centre (MARC).
Frente a la estructura temática del libro de Rasmussen, Hebbert adopta una visión más cronológica. Sin embargo, la perspectiva urbanística resulta excepcionalmente adecuada para explicar un proceso tan complejo como el de la forma urbana londinense a través de nueve capítulos: 1. The Knowledge: 2. The First Six Miles; 3. The Last Six Miles; 4. City in a Ring; 5. Albion Awakes; 6. Paved with Gold; 7 Londoners; 8. A New Geography; 9. Still the Unique City.
En su libro, desde una visión más académica y rigurosa, el autor comparte la esencia de la interpretación de Rasmussen sobre la personalidad “única” de Londres. En particular, Hebbert argumenta que Londres es “una ciudad de poblados”, de barrios y de distritos con una extraordinaria variedad de usos y de gran personalidad urbana. Y Frente a París, el contraste no puede ser más completo: “la historia de París es una historia de absorción e incorporación en una creciente y progresiva unidad orgánica. Londres es una historia de multiplicaciones, no solo de gobiernos locales sino de todos los aspectos de la vida metropolitana”.
El título corresponde a los sugerentes argumentos que se despliegan en el libro: “Fortune and Design”, “chance and intention”, “spontaneity and plan, muddle and pattern”. Es decir, algo así como el equilibrio entre suerte e intención, crecimiento espontáneo y planificado, confusión y orden, etc. En torno a esos argumentos se explican las características más acusadas de Londres: la escala doméstica de su arquitectura, especialmente la residencial, la ausencia de monumentalidad que caracteriza a otras capitales, la dificultad de lectura del conjunto y la originalidad de sus barrios.
Frente a la estructura temática del libro de Rasmussen, Hebbert adopta una visión más cronológica. Sin embargo, la perspectiva urbanística resulta excepcionalmente adecuada para explicar un proceso tan complejo como el de la forma urbana londinense a través de nueve capítulos: 1. The Knowledge: 2. The First Six Miles; 3. The Last Six Miles; 4. City in a Ring; 5. Albion Awakes; 6. Paved with Gold; 7 Londoners; 8. A New Geography; 9. Still the Unique City.
En su libro, desde una visión más académica y rigurosa, el autor comparte la esencia de la interpretación de Rasmussen sobre la personalidad “única” de Londres. En particular, Hebbert argumenta que Londres es “una ciudad de poblados”, de barrios y de distritos con una extraordinaria variedad de usos y de gran personalidad urbana. Y Frente a París, el contraste no puede ser más completo: “la historia de París es una historia de absorción e incorporación en una creciente y progresiva unidad orgánica. Londres es una historia de multiplicaciones, no solo de gobiernos locales sino de todos los aspectos de la vida metropolitana”.
El título corresponde a los sugerentes argumentos que se despliegan en el libro: “Fortune and Design”, “chance and intention”, “spontaneity and plan, muddle and pattern”. Es decir, algo así como el equilibrio entre suerte e intención, crecimiento espontáneo y planificado, confusión y orden, etc. En torno a esos argumentos se explican las características más acusadas de Londres: la escala doméstica de su arquitectura, especialmente la residencial, la ausencia de monumentalidad que caracteriza a otras capitales, la dificultad de lectura del conjunto y la originalidad de sus barrios.
La interpretación del significado y los efectos del famoso Plan de Londres de 1943 forma parte de uno de los pasajes más convincentes y apasionantes del libro. Hebbert explica la confluencia en ese Plan de las visiones de los arquitectos modernos, los arquitectos clasicistas y los pragmáticos ingenieros de tráfico. En efecto, la oportunidad que se presentaba tras los bombardeos de la Guerra y la decisión de “aprovechar el momento” para remodelar la ciudad era vista desde distintas perspectivas que rivalizaban a la hora de proponer un plan de conjunto. Por un lado, el Modern Architecture Research Group (MARS), proponía una renovación radical, con unidades residenciales en altura y con grandes espacios libres. En segundo lugar, los clasicistas de la Royal Academy como Edwin Lutyens proponían reformas que permitieran obtener grandes vistas axiales con nuevos frentes de edificación monumentales. Por último, los ingenieros proponían una remodelación no menos radical basada en un nuevo sistema viario eficiente. Fue el contraste entre esas visiones lo que favoreció la visión sintética de Patrick Abercrombie en su Plan. Así, el County of London Plan, junto con el Greater London Plan de 1944 se convirtieron en un referente del urbanismo internacional de las décadas siguientes, tan importante al menos como lo había sido el Plan de Chicago de 1909. Afortunadamente, según Hebbert y la mayor parte de los analistas actuales, esos planes tuvieron éxito en la propuesta del Green Belt, pero fracasaron, también afortunadamente, en sus intentos de aplicar el “cóctel letal” de la teoría de las unidades vecinales aplicada con una radicalidad tal que hubiera llevado a la destrucción de la trama urbana existente para implantar nuevos enclaves pretendidamente autosuficientes. Más por una serie de circunstancias económicas y políticas que por intencionalidad y elaborado planeamiento: “More by Fortune than Design”.
En su conferencia, Michael Hebbert desarrolló algunos de los principales argumentos de su libro, especialmente los del último capítulo, sobre la pervivencia de los rasgos urbanísticos que hacen de Londres todavía una ciudad única, a pesar de la aceleración de los procesos de globalización y la reconversión sustancial de la base económica de la ciudad. Algunos tienen que ver con las características geográficas del lugar y con la recuperación de espacios libres públicos. Por cierto, la foto del poster fue tomada por el autor de esta nota, en abril de 2004, cuando Michael me invitó a conocer el Támesis “el rasgo morfológico más característico de Londres” como dice en el libro. Utilizando la terminología del clásico estudio de Kevin Lynch “La imagen de la ciudad”, el río es un “límite” claro, un punto y eje de referencia para la construcción del mapa mental de Londres. Además, es un elemento natural “con sus mareas que cambian cada día”, pero también un espacio que permite visiones abiertas de su perfil urbano
En definitiva, Hebbert menciona los motivos por los Londres todavía puede seguir considerándose una “ciudad única”: una ciudad de barrios con entidad propia, bien conectados por transporte público; una ciudad con un sistema excepcional de parques y jardines, con un cinturón verde que ha permitido contener el crecimiento disperso y contribuir a una compactación de la ciudad de 1.500 km2 que sigue creciendo en el interior del mismo; una ciudad de escala humana, a pesar de su carácter de ciudad global, metropolitana, con límites difusos más allá de su Green Belt.
Javier Monclús
..."Una introducción muy significativa de Londres;¡Gracias muy muchas!(Thank very much)
ResponderEliminar