Desde principios del siglo XX hasta ahora mismo, las lecciones del urbanismo holandés han sido reconocidas por estudiosos y profesionales de todo el mundo. Llama la atención la calidad del diseño urbano y paisajístico en todas las ciudades holandesas, con el caso de Ámsterdam, ciudad no capital pero sí cultural y simbólica del país, como caso excepcional. Pero lo más destacable es la tradición y, a la vez, la capacidad de innovación en el ámbito de la vivienda y su inserción urbana. Paradójicamente, la singularidad del caso de Amsterdam no impide considerar la ciudad como un auténtico laboratorio donde se han medido las propuestas residenciales y urbanísticas durante los últimos 100 años.
Plan de los Tres Canales, 1607 |
A veces, interesa una visión externa a la disciplina para evitar las aproximaciones excesivamente endogámicas de la cultura arquitectónica y urbanística. Una de esas visiones podría ser la de un escritor como Antonio Muñoz Molina, en su reciente estancia en la ciudad de Ámsterdam (en 2012). En breve pero atractivo “diccionario básico” sobre la ciudad, el autor decía lo siguiente:
“Bastantes ciudades empiezan bien, pero casi todas acaban mal. Empiezan en un centro histórico cuidado y con frecuencia maquillado para el turismo y el comercio de lujo y acaban de cualquier manera, desastrosamente, en descampados con rotondas y centros comerciales, en guetos ruinosos para los pobres y emigrantes, en malas imitaciones de las ciudades americanas (…). Ámsterdam, en general, se extiende bastante bien, se va mutando en tejidos sucesivos, como disolviéndose en ellos…” (Para un diccionario básico, Babelia, 15.09.12).
Es posible imaginar un recorrido por Amsterdam, de norte a sur y de oeste a este que, a la vez, puede ser un recorrido por la historia intelectual del urbanismo del siglo XX (como diría Peter Hall). El primer recorrido debe ser directo, lo haremos en nuestra próxima visita de febrero, caminando o en autobús, aunque sería mejor en tranvía o bicicleta, claro. El segundo, el recorrido intelectual y disciplinar, podemos hacerlo en paralelo, aunque ese es el que necesita mayor reflexión y tiempo. De todos modos, como en estos salidas de estudio hay que organizar los recorridos en función de determinadas condiciones, no es posible un reconocimiento exhaustivo de la arquitectura residencial en los breves días que dura la visita, pero si podemos hacernos una idea del paisaje urbano residencial centrándonos en algunos de las conjuntos que son objeto de análisis en la Escuela y fuera de ella, en la literatura especializada.
Evidentemente, como en todas las ciudades, hay que comenzar en el centro, que no vamos a describir aquí. Solo recordar que Ámsterdam es una ciudad planificada “desde el principio”, es decir, desde que se represa el río Amstel, creando el Damrack y el Rodin, puerto exterior e interior respectivamente. A partir de ahí, se van excavando una serie de canales de forma concéntrica, con una estrategia urbanística admirable. Los canales y los diques constituyen un soporte excelente para la ordenación del crecimiento mediante un sistema de ensanches cuidadosamente diseñados. El proyecto urbano más notable es el Plan de los Tres Canales, aprobado en 1607, un episodio original en el contexto europeo. Tres canales principales que se conectan por vías navegables radiales con muelles y calzadas en ambos lados. Desde el siglo XVII hasta principios del siglo XX los procesos de crecimiento urbano van adquiriendo mayor complejidad, pero el control que se ejerce sobre la vivienda resulta en una serie de extensiones bastante ordenadas.
Plan Ámsterdam Zuid, 1915 |
Si caminamos -o pedaleamos- hacia el sur, a diferencia de lo que ocurre en otras ciudades europeas, casi no sabemos cuándo “dejamos el centro histórico”. La tradición constructiva y la expresión en el paisaje urbano de un esfuerzo acumulado durante siglos, gracias a la planificación y a la cultura arquitectónica con dimensión urbana, es aquí evidente. A partir de un momento, estamos en Amsterdam Zuid, el paisaje urbano residencial proyectado por H. P. Berlage. Contrastando con el tejido urbano tradicional pero en continuidad con el mismo, en las vistas de Amsterdam Zuid, se aprecia el rigor geométrico de los trazados viarios, también el control de las cornisas o en la composición de los huecos. Una visión renovada del espacio público que tienen como contrapunto la domesticidad de los patios interiores de manzana, de uso comunitario.
Plan Ámsterdam Zuid, 1915 |
Hay que decir que, a principios del siglo XX, cuando Berlage proyecta el famoso Plan-Zuid, en su primera versión, fracasa porque su visión es ya un tanto anacrónica para el momento 1904. Según el Ayuntamiento, Berlage no había proyectado adecuadamente los espacios entre las calles, plazas y canales, además de no haber considerado la nueva estación Zuider. En su versión definitiva (1915), el Plan es muy diferente, mucho más geométrico y monumental que el anterior. Se puede decir que es una expresión cualificada del paradigma urbano de principios de siglo, el del “urbanismo arquitectónico” y la “City Beautiful” en versión europea y holandesa. El gran arquitecto holandés había vuelto impresionado por la arquitectura y el urbanismo clasicista de San Francisco y Chicago, a su vez inspirados en el modelo parisino, apoyado en grandes avenidas delimitadas por frentes de edificación uniformes, con trazados simétricos de plazas y utilización de ejes convergentes en edificios monumentales. La habilidad de Berlage consiste en la reinterpretación de ese urbanismo clasicista en clave local. También en combinar modelos tradicionales con otros más actualizados. Como decía Giedion, “aquí permanece aún la calle ochocentista, si bien notablemente humanizada y repleta de superficies con jardines situados en la parte posterior de las viviendas”.
AUP Plan de extensión, 1934 |
Al llegar al lugar en el que confluyen algunos de los ejes, en la prevista estación del sur que sólo se construye mucho más tarde, en 1980, se produce un corte importante. La ciudad de las manzanas cerradas y las calles da paso a la ciudad de los bloques y las torres. Es decir, la ciudad del “urbanismo arquitectónico” de Berlage da paso a la ciudad del “urbanismo moderno” de Cornelius Van Eesteren. Ciudad resultado del Algemeen Uitbreidngsplan (AUP) o Plan de extensión de 1934, una parte de la ciudad tan proyectada como las anteriores, la de los ensanches modernos o la de los canales, pero ahora basada en los principios de la Carta de Atenas (1933-42). Es decir, los de la biblia del Urbanismo funcionalista en cuya elaboración tuvo mucho que ver no sólo Le Corbusier sino precisamente Van Eesteren, presidente de los Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna (CIAM) desde 1930 a 1947.
AUP Plan de extensión, 1934 |
Efectivamente, el Plan que proyecta Van Eesteren refleja urbanísticamente las preocupaciones e ideas estéticas del llamado Movimiento Neoplástico o D’Stijl, con la correspondiente definición de volumetrías libres entrelazadas y la composición libre y asimétrica de sus elementos, pero también traduce las visiones funcionalistas y la definición de una zonificación estricta del crecimiento urbano. El Plan constituye el documento fundamental para la materialización urbanística del crecimiento de la ciudad hasta bien entrada la década de 1960.
Esos principios fueron fielmente aplicados en el desarrollo de los nuevos fragmentos urbanos definidos por ese Plan, al Oeste y al sur de la ciudad, con el consiguiente protagonismo de las redes de infraestructuras, de la zonificación estricta, de los espacios libres o “zonas verdes”, cuidados pero generalmente vacíos y, a veces, bastante desolados. Lo que se observa claramente en el Plan y en las formas urbanas de las vistas aéreas y fotoplanos es la discontinuidad que se produce como consecuencia de ese predominio de las nuevas infraestructuras y, también, de la disposición de “franjas verdes” para separar las unidades vecinales. La ruptura entre el límite sur del plan de Berlage se acentúa así, no sólo por la mayor entidad de las rondas viarias y ferroviarias, sino por el confianza en las bondades de los espacios verdes. Hasta el punto de que los barrios del Oeste, de urbanismo abierto a base de bloques exentos, fueron bautizados como “Western garden cities”. El nuevo paisaje urbano que fue surgiendo en la década de los años 50 no se alejó del Plan original. Los conjuntos residenciales de Geuzenveld (5.000 viviendas), Sltervaart (6.200), Osdorp (13.000 viviendas). Es de suponer que su creciente dimensión y su construcción relativamente acelerada tuvieron que ver con un resultado que, a pesar de notable calidad media de la construcción y los elevados estándares en los correspondientes servicios, es calificada por un autor como Cor Wagenaar como de arquitectura “genérica”. Una versión holandesa del “suburbia” norteamericano, paisajes urbanos abiertos y verdes, pero determinados por la vivienda moderna masiva.
Plan de Bijlmermeer, 1966 |
Si seguimos ahora hacia el sudeste, encontraremos uno de los iconos del urbanismo moderno correspondientes al paradigma de las “megaestructuras”, la generación de los grandes “polígonos” de la década de 1960. El Bijlmermeer (o Bijlmer) es uno de los conjuntos residenciales modernos más controvertidos, no sólo en Amsterdam, sino en el contexto de otros episodios paralelos de otras ciudades europeas. Se proyectó para 110.000 habitantes, reservando 450 hectáreas para espacios libres, lo que se presentaba como un logro asociado a las concepciones funcionalistas más radicales. Como también lo era la separación de tráficos la en tres niveles –metro y tráfico de paso en el nivel superior, tráfico local en el inferior, con garajes, peatones y ciclistas en cota 0- construcción de 13.000 viviendas con variaciones tipológicas mínimas, la posibilidad de expansión ilimitada confiada a las megaestructuras de corredores y demás, etc. Bijlmer fue presentado como un barrio avanzado de la era de la motorización, con una geometría radical de formas hexagonales interconectadas, 31 bloques exentos, de 200-300 metros de longitud y 11 alturas, plantas bajas abiertas con parque público continuo.
Plan de Bijlmermeer, 1966 |
En realidad, el caso de Bijlmermeer, lejos de ser un episodio aislado, puede considerarse un ejemplo coherente con otros conjuntos de la época, basados en un diseño bastante utópico pero repetitivo de superbloques uniformes, no tan diferente de Park Hill en Sheffield (Reino Unido) o Toulouse’s Le Mirail (Toulouse). Pues bien, en muy poco tiempo ese icono moderno se fue degradando y ahora ya se ha reconvertido en algo muy distinto al proyecto original. La situación es bastante insólita y tremenda, se pues se ha demolido una buena parte del conjunto y se han edificado nuevas viviendas y espacios comerciales. Las operaciones comenzaron muy pronto, ya a comienzos de los años 80, considerándose el mayor proyecto de regeneración de un conjunto moderno en Europa. Como en otros casos, no sólo hay que responsabilizar a los errores del proyecto. Todos ellos fueron recibidos con gran entusiasmo y pronto se convirtieron en sinónimos de áreas conflictivas y en guetos donde se concentra la población inmigrante. Es importante tener en cuenta la coincidencia con grandes movimientos migratorios, en el caso de Holanda con la independencia de la antigua colonia holandesa de Surinam, en 1975, y la emigración de muchos habitantes de ese país, siendo destinados al nuevo barrio. El desplazamiento de las clases medias a las que iba dirigido el proyecto hizo el resto.
En cualquier caso, resulta sorprendente volver a ver ahora los vídeos de promoción que se hicieron cuando se finalizaba el conjunto, cuya urbanización y edificación del conjunto se produjo durante siete años (1968-1975) (*). De hecho, los estudiantes que entonces viajamos a Amsterdam (1975) pudimos comprobar el entusiasmo de los responsables municipales cuando nos explicaban los planes del momento. De utopía pasó a distopía…, esos conjuntos modernos son ahora diagnosticados como “realizaciones urbanísticas fallidas”.
En este contexto, es interesante revisar la propuesta de Rem Koolhaas para Bijlmer, en 1986. Frente a las visiones apocalípticas y a la aceptación generalizada de la demolición como única solución posible, OMA valoraba la potencia de los bloques y la “belleza monótona” derivada de la gran escala y los elementos repetitivos del conjunto. El punto de partida para las propuestas de renovación era el uso informal de los espacios públicos existentes, que la oficina reconvertía en un nuevo programa para el área, acuñando el concepto de ‘Bijlmer Strip’, con referencias al Strip de Las Vegas. En realidad, la ironía de la propuesta de un “Las Vegas of the Welfare State”, no dejaba de contener elementos de lucidez ajenos al debate de esos años, tan políticamente correcto.
OMA. Propuesta para Bijlmer, 1986 |
Hacia el Oeste, a unos 3 km de la Estación central, un proyecto de Kees Christiaanse Architects and Planners (KCAP) resulta paradigmático respecto a las formas urbanas adoptadas en los años 90. Se trata de una intervención sobre los antiguos terrenos de GWL, la compañía municipal de aguas, desarrollada en 1993-1998. Como contraposición a los conjuntos anteriores, aquí se opta por densidades relativamente altas, 625 viviendas en 6 hectáreas, algo más de 100 viv./ha y con una limitación bastante radical al tráfico rodado (2 plazas de aparcamiento por 10 hab).
KCAP. Conjunto residencial GWL Terrein (1993-1998) |
El proyecto del conjunto podría inscribirse en una línea alternativa dentro de la modernidad, con alguna referencia al de Byker Wall de Ralph Erskine en Newcastle, de los años 70. Frente a la apertura y el protagonismo del viario en los proyectos comentados, aquí se confía en el tratamiento del espacio comunitario de uso público. La combinación de altas densidades con el protagonismo de los espacios abiertos en un conjunto unitario, con una interesante mezcla de usos parece funcionar adecuadamente. Además de los carriles bici, el transporte público queda garantizado por el tranvía, cuya línea 10 fue prolongada y termina justo en la entrada al conjunto, en la Van Halstraat station.
KCAP. Conjunto residencial GWL Terrein (Melotto, Pierini, 2012) |
Como en el proyecto Amsterdam Sur de Berlage, también aquí se controla el conjunto mediante la definición detallada de las formas y los elementos urbanos, las tipologías de las viviendas y los materiales (ladrillo rojo) o la vegetación. Una modalidad de proyecto urbano común a muchas actuaciones, tal como muestra Hans Ibelings en su sistemático tratado del diseño urbano en Holanda.
Borneo-Sporenburg |
Podríamos dirigirnos después hacia el puerto, concretamente hacia los muelles del Este que, como ocurre en todas las ciudades portuarias, se habían quedado obsoletos y abandonados. Ahí es donde West 8 proyectó uno de los conjuntos más reconocidos a nivel internacional. Se trata de dos penínsulas que, liberadas de los usos portuarios tradicionales, soportan 2.500 viviendas con una densidad de unas 100 viviendas por hectárea.
Borneo-Sporenburg es así una actuación paradigmática desarrollada en los años 1990s, el barrio más compacto de Amsterdam. Los autores, Adriaan Geuze of West 8 Landscape Architects han tratado de reconvertir el área en una especie de distrito “a la antigua”, como el barrio ‘De Jordaan’ (en la parte oeste del centro histórico de Amsterdam). El esquema de implantación se basa en viviendas de tres plantas, con patio, dispuestas en hileras de y situadas en los bordes de los muelles, permitiendo el contacto directo con el agua y creando un vacío para patios en el centro de las manzanas. Además, tres grandes piezas residenciales aisladas rompen el modelo creando alternativas tipológicas y diversidad en el conjunto. Estos bloques singulares se orientan diagonalmente para capturar vistas sobre el agua.
Para acabar con el recorrido cronológico-tipológico, podemos ir volviendo ahora hacia el sur del centro, donde acaba el Amsterdam Sur y se dispone un nuevo centro financiero y terciario, el Zuidas o ”Eje Sur”, en traducción literal. Como en otras ciudades europeas, se trata de un nuevo polo de centralidad, al modo de La Défense en París o Canary Wharf en Londres. Un nuevo distrito financiero en rápido crecimiento que se sitúa entre los ríos Amstel y Schinkel, junto a la circunvalación A10. Precisamente, donde se interrumpe el Plan Zuid de Berlage.
Zuidas Plan |
Una conclusión de este recorrido, si se hace pensando en el recorrido intelectual del urbanismo del siglo XX, es que una ciudad como Amsterdam resulta modélica en varios sentidos. En primer lugar, porque es un laboratorio del urbanismo moderno y de la arquitectura residencial desde principios del siglo XX. Un laboratorio en el que se han experimentado diversas fórmulas, con una visión integradora, en la que el protagonismo de las políticas de vivienda municipales va de la mano de una voluntad de “hacer ciudad”, que confía en la planificación, el proyecto urbano y la arquitectura de la vivienda, además de la atención específica a temas sectoriales como el transporte –desde los ferrocarriles y tranvías a las bicicletas y los recorridos peatonales- o, sobre todo, los espacios públicos.
Las últimas experiencias parecen especialmente atractivas en un contexto en el que otras ciudades abandonan o se subordinan a las lógicas de la imagen y los intereses del capital financiero o la promoción inmobiliaria. Ámsterdam vuelve a ser una ciudad en la que se experimentan las estrategias del más innovador urbanismo, el de la “congestión” y la vuelta a la ciudad compacta. Un escenario donde se plantean retos específicos, pero también los de muchas ciudades que aspiran a la calidad urbana y a la habitabilidad, a la regeneración de barrios construidos en las décadas del gran crecimiento urbano de los años 50 y 60, etc. Paradojas de la combinación entre innovación y tradición a través de la acumulación de propuestas, a menudo arriesgadas, gracias a las cuales podemos volver siempre a Amsterdam, ciudad laboratorio para arquitectos y urbanistas, ciudad habitable para sus vecinos, y ciudad admirada para los visitantes, estudiantes de arquitectura en particular.
Javier Monclús
Profesor de Urbanismo EINA
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