Dos panoramas de La Mina y Besós Sudoeste. Barcelona. 2014. Fotos: PdlC
Como presentación, os adjuntamos la entrada que realiza Carmen Díez, coordinadora de este número 5 de la revista:
“Kann mann in Hoyerswerda küssen?“ (¿Se
puede besar en Hoyerswerda?)
Brigritte
Reinmann formulaba su inquietante pregunta a Herman Henselmann en una de las
cartas que la escritora dirigió al arquitecto durante la correspondencia que
ambos mantuvieron entre mediados de los años cincuenta y sesenta. Sus palabras
contenían una afilada crítica a los conjuntos residenciales masivos construidos
en Alemania del Este tras la
Segunda Guerra Mundial, en las décadas del gran crecimiento
urbano que experimentaron las ciudades europeas (1950-1975). La mayoría de
estos conjuntos –polígonos, grand ensembles, Großsiedlungen,
etc.– proyectados según los planteamientos del Movimiento Moderno y de la Carta de Atenas, nacidos
como modélicos, se encuentran actualmente en situaciones comprometidas y corren
importantes riesgos de degradación. Muchos de ellos han sido caracterizados
como áreas urbanas vulnerables.
¿Qué
trascendencia tiene hoy el idealismo que inspiró aquellos proyectos?¿Estaban
bien planteados y proyectados, al margen de verse afectados por problemas de
naturaleza socioeconómica o cultural, o bien por el contrario podemos
interpretarlos como errores de partida y sinónimos de fracaso urbano en el
contexto del legado del Movimiento Moderno? ¿Qué factores influyeron en su
deterioro? ¿Siguen estando aún vigentes la críticas que estos conjuntos
suscitaron a partir de los años sesenta (Jane Jacobs, Wolf Jobst Siedler,
Brigitte Reimann, John Turner, Christopher Alexander, Kevin Lynch, Alexander
Mitscherlich, Aldo Rossi, etc.)? Lo cierto es que algunos de estos conjuntos se
integraron bien, dieron respuesta adecuada a la demanda de vivienda y mejoraron
las condiciones de habitabilidad de la época, pero muchos de ellos han puesto
de manifiesto otros problemas y limitaciones, habiéndose convertido
curiosamente en ejemplos paradigmáticos en cada una de las fases por las que
han pasado: en el momento de su prometedora construcción primero, en el de su
precipitada degeneración después y, finalmente, en el de su regeneración urbanística
y arquitectónica. Efectivamente, la recuperación es casi siempre necesaria, la
cuestión es cómo proceder con este legado: físico, por un lado (no despreciable
si tenemos en cuenta que en ciudades como Moscú más de la mitad de la población
vive en estos conjuntos), y disciplinar, por otro (analizando hasta qué punto
siguen resultando válidos los modelos que se siguen aplicando en contextos
urbanos de rápido crecimiento como China o Corea). La aparición, en el panorama
internacional, de algunas redes como RESTATE (Restructuring Large Housing
Estates in European Cities), cuyo objetivo es elaborar catálogos de buenas
prácticas que ayuden a ofrecer nuevas visiones para intervenir en estos
conjuntos, es una buena prueba de la actualidad y complejidad de un tema que
requiere afrontar con lucidez y creatividad la ambivalencia del legado
intelectual y conceptual de la
Carta de Atenas.
Pretendemos
que las contribuciones recibidas para este número de ZARCH ayuden a superar
algunos de los planteamientos que todavía dominan en organizaciones como el
Do.co.mo.mo, al añadir a la “documentación” y “conservación” otros aspectos
como el de la “recuperación”, la “rehabilitación” o la “regeneración”, no solo
de los objetos arquitectónicos del Movimiento Moderno sino también de los
grandes conjuntos residenciales masivos que de él se derivaron. Frente a la
dimensión socioeconómica y política del problema, ampliamente estudiada y
analizada, interesa investigar una visión integradora de las concepciones y
técnicas que deben presidir las intervenciones de renovación, regeneración o
rehabilitación urbana de conjuntos residenciales “modernos”, focalizado en los
aspectos arquitectónicos y urbanísticos que, hasta el momento, han sido menos
desarrollados.
No
cabe duda de que las disciplinas de la arquitectura y el urbanismo se han visto
directamente afectadas por los cambios e innovaciones que la sociedad está
experimentando en los últimos años y requieren ser reconsideradas y
replanteadas en profundidad, tanto en sus objetivos como en sus marcos de
actuación. Y entre los grandes retos a los que ambas se enfrentan actualmente
en el ámbito de la vivienda se encuentran dos cuestiones de tipo disciplinar y
estratégico. Por un lado, repensar el legado intelectual, arquitectónico y urbanístico
de la arquitectura y el urbanismo modernos; en paralelo, la búsqueda de
opciones para intervenir en el legado del Movimiento Moderno, una
responsabilidad que resulta apremiante e ineludible.
¿Cuáles
son los retos, las oportunidades, los problemas que el legado del Movimiento
Moderno plantea? En los países del Este de Europa se ha detectado en los
últimos años un creciente interés por estudiar y analizar la herencia de los
grandes conjuntos de vivienda soviéticos, seguramente como vía para explicar un
pasado que, en lugar de interpretarse como perdido, se plantea como ayuda para
comprender el presente (se han organizado recientemente exposiciones dedicadas
a esta cuestión en Londres, en Viena, en Praga y en otras capitales de países
que pertenecieron al bloque de Este, como es el caso del seminario Modernism:
Between Nostalgia and Criticism celebrado en Vilnius en octubre de 2013).
En los países de la Europa
occidental, aunque con una situación obviamente diferente, un posicionamiento
similar puede ayudar a recuperar físicamente el pasado para afrontar el futuro,
tal y como sugiere Horacio Capel en su nuevo libro El patrimonio: la
construcción del pasado y del futuro. Entre la nostalgia y el rechazo. Se
trata de explorar las posibilidades de actuación sobre lo existente, de
recuperarlo, de regenerarlo, de actualizar y “modernizar” el legado “moderno”,
de gestionar de forma innovadora su herencia, frente a la opción indiscriminada
de la expansión y el crecimiento.
En
palabras de Frank Wassenberg: “problemas de gran escala requieren
intervenciones de gran escala”, pero no sólo física sino también conceptual e
instrumental. Las reflexiones y análisis que acompañen a dichas intervenciones
han de estar, también, a la altura que esa gran escala demanda. Confiamos en
que las aportaciones publicadas en este número contribuyan a canalizar el
actual debate y a ofrecer soluciones sobre las posibilidades de intervención en
el legado de la vivienda masiva moderna.
Carmen Díez
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