jueves, 10 de marzo de 2022

La Jota-Vadorrey-Gállego. Ideas para un barrio mejor

Durante el semestre de otoño del curso 2021-2022, en el marco del Máster en Arquitectura de la Universidad de Zaragoza, se ha afrontado una reflexión general sobre el conjunto de los barrios de La Jota, Vadorrey y la franja del Gállego, desde la avenida de Cataluña hasta su desembocadura.

Aunque se trata de trabajos académicos de la asignatura de Proyectos Urbanos y Paisajísticos Integrados, el taller realizado ha abordado la problemática y las oportunidades de este territorio urbano en toda su complejidad. Desde las necesarias actuaciones de regeneración urbana en las zonas consolidadas, hasta la revisión de los sectores urbanizables aun no desarrollados, hasta la revisión del papel que las huertas del Gállego y el parque fluvial pueden jugar como motor de recualificación urbana integral de este sector de la ciudad.

A partir de los diagnósticos realizados, con visitas al barrio acompañados de los vecinos, se han elaborado una serie de análisis sectoriales y por ámbitos concretos. De este modo, se han podido identificar los puntos débiles y las oportunidades de intervención mediante distintas estrategias: renovación urbana, reforma, recuperación, rehabilitación, reciclaje, mejoras en la habitabilidad, en los equipamientos, en los espacios públicos, en la circulación, etc. En definitiva, todos aquellos aspectos que, bajo un concepto amplio, podemos incluir en el ámbito de la regeneración urbana.

El trabajo de los alumnos se ha desarrollado con una organización de varios equipos trabajando en un mismo proyecto o plan de barrio. Todas las propuestas responden a la idea de un plan director que ha sido coordinado y realizado por uno de los equipos. El Plan General de Ordenación Urbana de Zaragoza (POUGZ) ha sido un documento de partida. Respetado en sus planteamientos básicos, pero las propuestas modifican algunos planteamientos, con aportaciones que pueden tener un carácter estratégico y determinante en el futuro de estos barrios y del conjunto de la ciudad.

El sector La Jota-Vadorrey tiene grandes oportunidades para mejorar. Las actuaciones propuestas se agrupan en cuatro grandes operaciones, según los ámbitos de intervención. El primer conjunto de actuaciones (Operación 1) trata de articular los distintos espacios interiores de La Jota y Vadorrey. La Operación 2 corresponde con los espacios de fachada hacia el Tercer Cinturón y el parque fluvial del Gállego. La Operación 3 integra actuaciones en la zona del sector noreste de la avenida de Cataluña. Y la Operación 4 abarca actuaciones en espacios más abiertos en la franja del corredor fluvial del Gállego (la nueva vía parque de conexión con el barrio cercano de Santa Isabel, el parque metropolitano del Gállego, o una propuesta para la construcción de estación de cercanías junto a este parque).


        En resumen, la regeneración de estos dos barrios es una asignatura pendiente de Zaragoza, y debe aprovecharse para ello la condición de los territorios aun no edificados de las franjas de contacto con los espacios abiertos (la huerta y el corredor fluvial del Gállego).

La presentación de los trabajos se realizará el 21 de abril de 2022, a las 19,00 h., en el Salón de Actos del Centro Cívico Distrito 14 de La Jota. Será una buena oportunidad para conocer las propuestas, que deben en cualquier caso ser contrastadas y estudiadas por los vecinos y por los responsables políticos. Una buena ocasión para hablar sobre el presente y el futuro de La Jota y Vadorrey.

A continuación os mostramos los paneles de los trabajos realizados:






































lunes, 7 de marzo de 2022

Nuevo urbanismo, ¿qué hay de nuevo?


Regeneración Urbana del eje Este-Oeste de Zaragoza
Taller de urbanismo del Máster en Arquitectura
https://www.youtube.com/watch?v=krj1fVYzH8g&t=1s

“Hay que inventarlo todo otra vez, el derecho, la política, las artes, la arquitectura, las ciudades”. Esa es una de las conclusiones propiciadas por el confinamiento de Bruno Latour en su reciente ensayo Una guía para habitar el planeta. Pero también señala que “aprender a retroceder es lo que nos desconfina”. Una sugerencia interesante para el debate urbanístico, cuando, en la efervescencia de las disputas políticas y de los oportunismos de todo tipo, algunos se dedican a desacreditar las aportaciones de periodos anteriores metiendo en el mismo saco distintas visiones urbanas y siguiendo aquel viejo dicho de tirar el niño con el agua sucia de la bañera. Decía Peter Hall, uno de los urbanistas e historiadores del urbanismo más reconocidos de las últimas décadas, que en el urbanismo del siglo XX ha habido unas pocas ideas clave, que se repiten, se reciclan y se mezclan. Una de ellas fue el modelo teórico de la ‘ciudad funcional’ consagrado en La carta de Atenas (1933), con su entonces razonable aunque rígida zonificación de la ciudad en cuatro funciones básicas (Vivienda, Trabajo, Ocio, Circulación). Sin embargo, sus principios fueron desvirtuados en su aplicación posterior, al subordinar las ideas originales a las lógicas del mercado inmobiliario.

Las críticas a ese modelo, ya desde los años sesenta del pasado siglo, dieron lugar a una serie de revisiones y formulaciones que forman parte de algunas teorías urbanísticas todavía vigentes, con algunos conceptos clave: la urbanidad y la vitalidad urbana, la habitabilidad y la densidad, la centralidad y la zonificación, la unidad vecinal y la proximidad , los paisajes culturales y la memoria colectiva, los proyectos urbanos y ecopaisajísticos, las estrategias para reducir las desigualdades espaciales y las buenas formas urbanas. Sin embargo, durante el periodo del desarrollismo, de los años cincuenta a los setenta, las ciudades continuaron conformándose bajo la óptica del urbanismo funcionalista, convertido cada vez más en un urbanismo tecnocrático poco receptivo respecto a las visiones críticas que ya dominaban el ambiente intelectual y disciplinar de la época. Hasta que llegó la crisis económica y, desde los años ochenta, las estrategias urbanísticas volvieron a centrarse en la ciudad existente, activando operaciones de renovación, regeneración y recualificación urbana dirigidas a paliar el declive de las ciudades europeas. Los planes urbanísticos anteriores pensados para ordenar el crecimiento quedaban desautorizados y se cuestionaba la validez del planeamiento. Claro que en España esa situación general coincidió con la Transición democrática y la renovación sustancial del urbanismo con planes y proyectos, que supusieron una mejora sustancial de nuestras ciudades. A partir de entonces, se asiste a la aceleración de los procesos de globalización y digitalización, lo cual se ha traducido en una mayor competencia entre las ciudades, que han debido reorientar sus estrategias urbanas para hacerlas más atractivas, mejorando a la vez las condiciones de habitabilidad para sus ciudadanos.

A pesar de las diferencias entre los contextos nacionales y locales, es posible identificar un ‘nuevo urbanismo’ en el que se reciclan y se mezclan aquellas pocas ideas clave que ya estaban presentes en la era de la Segunda Modernidad, aunque con renovadas visiones en correspondencia con esas transformaciones socioeconómicas y culturales. Como apuntábamos en otra ocasión (“Urbanismo pospandemia”, Heraldo 24.05.2020), más allá del urbanismo táctico y de actuaciones poco elaboradas, se trata de promover una nueva calidad urbana, respondiendo a los desafíos de la desigualdad y de la degradación de los barrios de las primeras periferias. Cuando ahora proliferan las llamadas a ‘otras formas de pensar la ciudad’ y a un ‘urbanismo disruptivo’, es importante saber qué es realmente nuevo y qué ideas clave continúan siendo relevantes para el debate actual. Volver a analizar con visión crítica las experiencias anteriores y revisitar los textos de los autores modernos y contemporáneos resulta imprescindible para ‘aprender a retroceder’, por extraño que parezca. El urbanismo zaragozano es un ejemplo paradigmático de todo ese recorrido. Y no estaría mal reconocer seriamente los puntos fuertes y las debilidades de las intervenciones y los planes de los ciclos urbanos anteriores a la crisis de 2008. Ése sería un sólido punto de partida para la necesaria renovación de los argumentos que han mostrado su pobreza y falta de ambición urbanística durante los últimos años en nuestra ciudad.


Javier Monclús es Catedrático de Urbanismo y Profesor Emérito de la Universidad de Zaragoza

(*) artículo publicado en Heraldo de Aragón 7.03.2022

(**) presentación trabajos Taller de Urbanismo en: