Estoy en el tren, rumbo al hosco septentrión gallego, y revisando mi cuaderno de notas pienso que me vendría bien escribir algo sobre Londres. Hemos recibido mucha información en muy poco tiempo y se hace necesario ordenar ideas. Tenemos los inputs de la clase magistral de Michael Hebbert, los documentales de las últimas semanas, las apreciaciones en clase de nuestros profesores y el mapa de puntos de interés, a parte de la propia mochila y experiencias que cada uno tengamos en relación con dicha ciudad.
Estaba pensando que la idea que tengo yo de Londres empezó a formarse allá por el año 2001 (tenía 12 años aquel verano), cuando pasé con mi padre un par de días antes de coger el tren, haciendo una breve escala en el trayecto a Edimburgo. Y en mi cabeza tengo tres imágenes (o sensaciones) muy claras de Londres, de esas que se te quedan grabadas a fuego.
Recuerdo muy bien el Bed&Breakfast donde nos hospedamos, una de esas “casitas en serie” de “baja más dos“ en pleno centro de Londres (fachada gris y negra, había que subir unas escaleritas para entrar, y una habitación de techo alto, por supuesto con las ventanas “guillotina”). Allí se veía la caligrafía de la Arquitectura de Londres de la que habla Jacqes Ferrier en el documental (una “Architecture of simple bricks”), y ese b&b bien podría ser una casa cualquiera en un barrio cualquiera. Recuerdo el desayuno en la planta baja y la cocinera, que era gallega (siempre te encuentras a alguno por ahí adelante) y que como le caí en gracia me hizo una degustación de formas de tomar los huevos (boiled, scrambled, fried, poached...) acompañados de un maravilloso té.
La segunda visión es un parque, lo recuerdo verde y amplio, y muy agradable, otro de los puntos fuerza de la ciudad, tanto los grandes parques, como los parques privados de los barrios que “reproducen la relación jardín-casa a escala urbana”.
Y la tercera visión es la de un restaurante turco en el que cenamos un día (hasta mucho después no aparecerían en España), sabores y aromas difíciles de olvidar. Como dijo Michael Hebbert Londres es una ciudad que “sobrevive gracias a la globalización”.
De otras visitas años más tarde recuerdo el London Eye, los museos, los grandes almacenes Harrod’s, los autobuses de dos pisos... Pero me parecen mucho más interesantes esas tres imágenes de antaño, con la mirada aún limpia y desprendida de un niño.
También recuerdo el relato de mi madre, cuando en su juventud iba hacia Cambridge con su hermana y se subieron en un típico cab londinense. Habían llegado al aeropuerto de Londres y tenían que coger el tren, mi madre dijo al taxista en el más académico inglés: “To Victoria Station, please” (pues en su libro de inglés los ejemplos de conversación utilizaban siempre el nombre de susodicha estación, y claro, lo más lógico es pensar que una gran ciudad como Londres va a tener una estación central importante y de ahí se podría tomar el tren a Cambridge ¿no?). Hablando con el taxista sobre el destino al que viajaban, descubrió no solo que Londres tenía muchas más estaciones, sino que la suya no era Victoria, sino Paddington, y que el “tour” por la ciudad le iba a costar la mitad de las libras que llevaba en la cartera. Mi madre llama a Londres “esa ciudad gris con tantas estaciones”. Esta graciosa anécdota nos habla de lo que ya Rasmussen calificaba como “scattered city”, ciudad dispersa y del enrevesado viario y sistema de circulaciones que aún hoy es una de las grandes patologías de Londres y da lugar a proyectos como el de tren metropolitano que pudimos ver en la clase de Michael Hebbert.
Ahora bien, tras recibir todos los inputs de los vídeos, conferencias y clases, y revisando mis notas un poco al vuelo, definiría la ciudad de Londres como una ciudad bipolar, hemipléjica, multicultural y fácil de vivir que ha sabido reinventarse a sí misma las veces que ha hecho falta. Bipolar (East-West) geográficamente entre Westminster y la city, con esos dos polos fuertes que se van poco a poco y con el paso de los años diluyendo en el resto del organismo urbano. Hemipléjica, pues en todos los dibujos y diagramas empezamos siempre por el norte de Támesis y el sur aparece siempre como algo menos relevante. Londres es una ciudad multicultural y solo hace falta darse una vuelta por los mercados, olfatear las calles y dejarse impregnar por su espíritu internacional, que probablemente no agradara a Rasmunssen pero que resulta lógico en el contexto de una ciudad de la entidad de Londres.
Y sobre todo Londres se trata de una ciudad que ha sabido cambiar y adaptarse como pocas a los “temporales”, que ha capeado como solo una señora ciudad puede hacer. En este sentido tiene especial interés mencionar el plan de Abercrombie tras la guerra (tema latente en cada charla, clase o documental sobre Londres) y del cual me quedo con una frase del propio arquitecto explicando el plan: “a plan is something that is living, something that is growing”. Un plan es algo vivo, pero como el plan de Londres a pesar de su flexibilidad debería tener puntos que sobreviven a todas las vueltas y circunstancias cambiantes (solo hace falta mirar la imagen del plan para ver que realmente es algo vivo), la organización en “villages”, un orden superior que combate el “lack of order of design” anterior.
En el documental “Proud City” se desprende la idea de que la ciudad era un batiburrillo ya antes de la guerra, y que ahora hay que librar una nueva batalla y ordenar “London’s untidy scroll” ya que “big problems require big solutions”. Tuvimos ocasión de ver en imágenes como “los niños solo pueden jugar en las calles” o “las cocinas están en el rellano de las escaleras”, y como el plan propone la organización y los espacios libres necesarios, para que las condiciones de habitabilidad sean “mejores”. Y cuando se ven esas escenas no puede evitar uno pensar que justamente jugar en las calles estrechas y comer con tu vecino en el rellano tiene un algo romanticón que quizá se haya perdido. Tampoco se puede evitar pensar en las nuevas torres, que vertebran las zonas de nueva vida de Londres, y que cambian drásticamente el carácter de la ciudad. Nada que ver con arquitectura útil y seria como la Tate, reconversión de fábrica en espacio cultural contemporáneo.
Cada vez tengo más ganas de volver a visitar Londres, a la luz de nuevas entradas a la ciudad, con una mochila muy diferente a la de anteriores ocasiones, pero intentando conservar en la medida de lo posible la mirada limpia de los niños que un día fuimos. Siempre podemos equivocarnos deliberadamente de estación y ver un Londres diferente desde la ventanilla de un taxi: “to Victoria Station, please”.
Miguel Guerra Mirón
Referencias
Conferencia M. Hebbert “London still the unique city?
Clases de Urbanismo II
Filmografía
Utopia London
Proud city
Documental Jacques Ferrier Londres.
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