París ha sido este año el destino del viaje de 3º de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Zaragoza. Dejamos un Ebro que crecía al mismo tiempo que la preocupación de los pueblos ribereños, y nos encontramos un Sena cargado también por las lluvias de las últimas semanas, que escondía bajo sus aguas los muelles y los paseos de su ribera urbana. En cierta medida, el Ebro es uno de los pocos elementos que nos permite comparar la escala de nuestra pequeña ciudad con algunas grandes ciudades europeas, y las recientes intervenciones en sus riberas, con un alto grado de naturalidad y compatibilidad de usos urbanos con su régimen de inundaciones periódicas, son uno de sus grandes atractivos. Curiosamente, además del color del agua y de su embate contra los tajamares de los puentes antiguos en Zaragoza y París, otros elementos más anecdóticos, como los carteles de promociones residenciales, ponen de manifiesto cierta similitud en los procesos de revalorización de los espacios vinculados a los márgenes fluviales en ambas ciudades.
Transcurridos ya casi 17 años desde la construcción de la Biblioteca Nacional de Francia (Dominique Perrault, 1996), la operación Rive Gauche en Paris es uno de los grandes proyectos de recualificación urbana que se están llevando a cabo en Europa, una compleja intervención de 225 hectáreas junto al Sena. Esta debía ser por tanto una de nuestras visitas obligadas, y contábamos además con la compañía de nuestro amigo José Ignacio Vila, perfecto anfitrión y experto conocedor de la metamorfosis urbana que experimenta la ZAC 20, los terrenos ferroviarios de la Gare d’Austerlitz.
Aunque algunas zonas se encuentran todavía en fase de obras de cubrimiento de los ramales ferroviarios, pudimos comprobar el grado de madurez alcanzado por otras áreas, como el barrio de Masséna, al sur de la Biblioteca, entre la calle Tolbiac y el bulevar Masséna. Este barrio, diseñado por el estudio de Christian de Portzamparc en 1995, ha incorporado finalmente a su diseño definitivo algunos edificios heredados de la condición ferroviaria y logística preexistente, como los edificios de Grands Moulins (Georges Wybo, 1921) y Halle aux Farines (Denis Honegger, 1950), hoy reconvertidos en espacios y aularios de la Universidad París-Diderot. Más allá de la cercana presencia de la Biblioteca Nacional, este complejo universitario es el verdadero motor de Masséna, e incluso ha provocado el traslado a este barrio de algunas librerías parisinas de prestigio. El conjunto formado por estos dos grandes contenedores y el parque central del barrio, en continuidad con los espacios del Sena, es uno de los aciertos del proyecto.
En efecto, Les Jardins des Grands Moulins (Ah Ah Paysagistes), de 12.000 m2 de superficie, poseen una interesante sección transversal que, resultado de las cotas de los nuevos túneles ferroviarios, conforma finalmente un espacio protegido del viento y bien orientado hacia los nuevos equipamientos y hacia el Sena. Nada que ver con el espacio que queda entre los cuatro “libros abiertos” de 80 metros de altura de Perrault, azotado por el viento y sin los necesarios usos urbanos que posee este parque-plaza de barrio.
De este espacio amplio, situado en el centro de un barrio de gran densidad, participan un sinfín de edificios situados en las manzanas colindantes, en una interesante aunque heterogénea configuración. Las investigaciones de Portzamparc han dado como resultado una manzana abierta, con un sistema de ordenación que a la vez que garantiza la legibilidad de la calle, establece una relación fluida entre el parque y las calles con los volúmenes y espacios interiores. Una propuesta que funciona especialmente bien si se trata de edificios de oficinas, el uso al que se destina el 35% de los 337.000 m2 de superficie construida del barrio. De hecho, la heterogeneidad formal del barrio, resultado de la participación de unos 30 equipos de arquitectura diferentes, es reflejo de una apuesta indisimulada por una mezcla de usos: además del considerable porcentaje de oficinas, los usos universitarios representan también casi el 33% de la superficie construida, el comercio un 11%, y el uso residencial tan solo el 20% del total.
A estos aciertos en la ordenación general, en los usos y equipamientos, y en una arquitectura de buen tono, se le ha sumado más recientemente la línea de tranvía T3 Tramway des Maréchaux o TMS, que circula por el perímetro de la ciudad y que es la primera línea de tranvía que circula intramuros desde que se desmantelaran en 1938. Como en muchas otras ciudades, también en este caso el tranvía ha servido como herramienta para recualificar y transformar el paisaje de los bulevares que atraviesa y las calles adyacentes. En este caso, la actuación urbanística y paisajística (Antoine Grumbach, Arqto. y Michel Desvigne-Louis Clair, paisajistas, 2006) se ha visto reforzada además con un ambicioso programa de instalaciones artísticas.
El tranvía, las operaciones de transformación de amplios espacios ferroviarios, o las actuaciones de recualificación de los espacios de las riberas de los ríos urbanos parecen ser recurrentes en muchas ciudades, universos comunes en el panorama urbanístico actual. Así ocurre en Zaragoza, con la línea 1 del tranvía, que en breve completará su trazado con la puesta en funcionamiento del ramal norte, o con los terrenos de Portillo-Delicias, en fase de preocupante hibernación, si no fuera por el esperanzador progreso de las obras del Caixaforum (Carme Pinós).
De este espacio amplio, situado en el centro de un barrio de gran densidad, participan un sinfín de edificios situados en las manzanas colindantes, en una interesante aunque heterogénea configuración. Las investigaciones de Portzamparc han dado como resultado una manzana abierta, con un sistema de ordenación que a la vez que garantiza la legibilidad de la calle, establece una relación fluida entre el parque y las calles con los volúmenes y espacios interiores. Una propuesta que funciona especialmente bien si se trata de edificios de oficinas, el uso al que se destina el 35% de los 337.000 m2 de superficie construida del barrio. De hecho, la heterogeneidad formal del barrio, resultado de la participación de unos 30 equipos de arquitectura diferentes, es reflejo de una apuesta indisimulada por una mezcla de usos: además del considerable porcentaje de oficinas, los usos universitarios representan también casi el 33% de la superficie construida, el comercio un 11%, y el uso residencial tan solo el 20% del total.
A estos aciertos en la ordenación general, en los usos y equipamientos, y en una arquitectura de buen tono, se le ha sumado más recientemente la línea de tranvía T3 Tramway des Maréchaux o TMS, que circula por el perímetro de la ciudad y que es la primera línea de tranvía que circula intramuros desde que se desmantelaran en 1938. Como en muchas otras ciudades, también en este caso el tranvía ha servido como herramienta para recualificar y transformar el paisaje de los bulevares que atraviesa y las calles adyacentes. En este caso, la actuación urbanística y paisajística (Antoine Grumbach, Arqto. y Michel Desvigne-Louis Clair, paisajistas, 2006) se ha visto reforzada además con un ambicioso programa de instalaciones artísticas.
El tranvía, las operaciones de transformación de amplios espacios ferroviarios, o las actuaciones de recualificación de los espacios de las riberas de los ríos urbanos parecen ser recurrentes en muchas ciudades, universos comunes en el panorama urbanístico actual. Así ocurre en Zaragoza, con la línea 1 del tranvía, que en breve completará su trazado con la puesta en funcionamiento del ramal norte, o con los terrenos de Portillo-Delicias, en fase de preocupante hibernación, si no fuera por el esperanzador progreso de las obras del Caixaforum (Carme Pinós).
El tranvía T3 en Masséna |
Sin embargo, lecciones como las que nos aporta el dinámico barrio de Masséna no deben caer en saco roto. Su apuesta decidida por un barrio con una eficaz mezcla de usos, con una efectiva recuperación y puesta en valor de edificios del patrimonio industrial, son todavía decisiones que no han encontrado su sitio en Zaragoza, en donde la insistencia en desarrollos monofuncionales y con un excesivo determinismo tipológico, con escaso margen para la flexibilidad normativa y arquitectónica, impide contar con soluciones exitosas como las que hemos disfrutado en París.
3º de Arquitectura - EINA Universidad de Zaragoza en Villa Saboya |
Pablo de la Cal
No hay comentarios:
Publicar un comentario