miércoles, 26 de octubre de 2016

Superilla 22@

Hace tres meses, en el curso de verano que organizamos en Jaca (“Paisaje Global. Miradas contemporáneas sobre la construcción de nuestros entornos”) tuvimos la oportunidad de escuchar a Salvador Rueda su explicación sobre el proyecto de ‘super-manzanas’ en el Ensanche de Barcelona. Él mismo nos emplazó entonces a comprobar en directo los resultados de la prueba piloto que se ha puesto en marcha recientemente: la ‘superilla’ en el distrito 22@ del Poblenou.

El pasado viernes tuvimos la oportunidad de acercarnos a verlo, en una visita que hicimos con los estudiantes del Master de Arquitectura. El objeto de la excursión se centraba en actuaciones de regeneración urbana, y, tras recorrer con el autobús el ensanche central, concentramos el día en ver actuaciones en el ensanche de Poblenou, terminando el día con una visita a las actuaciones recientes en los barrios del este: el sudoeste del Besós y el barrio de La Mina.

En primer lugar, visitamos dos actuaciones ya muy conocidas en el entorno de la Estación Nord. En el Parc de L’Estació del Nord, de 3,58 ha. (Andreu Arriola y Carme Fiol, 1992) se comprueba un excelente trabajo de topografía y de integración de instalaciones artísticas en el proyecto paisajístico. En Fort Pienc, una manzana del ensanche atravesada por la antigua carretera de Ribes, Josep Llinás trabaja en la porción más grande, la situada más próxima a la Estación Nord. En ella, la intervención (2005-2011) se encuentra con dos edificios ya existentes: un equipamiento dispuesto en ordenación contraria a los planteamientos de disposición perimetral en la manzana y un edificio residencial. Se trata de incorporar un conjunto de programas de escala tan diversa como un mercado, una guardería, y una residencia geriátrica. Llinás parte de esta condición y opta por forzar los programas para configurar un espacio abierto a la calle Ribes, configurando una plaza con gestos expresivos en sus individualidades, pero al mismo tiempo construyendo un entorno articulado, trabado en el programa interior y en la piel exterior, que configura una plaza de dimensiones muy gratas hacia esta calle.

Plaza de la manzana Fort Pienc (Josep Llinás, 2011)

Bien cerca de esta manzana, visitamos el renovado Mercado de les Encants (Fermín Vázquez-b720, 2013). Se trata de más de 35.000 metros cuadrados, de corredores organizados en plataformas continuas que se pliegan y recogen los puestos del mercado, protegidos por unas espectaculares cubiertas reflectantes. Esta ‘envoltura’ aporta un signo de distinción al propio mercado y dan escala al espacio de Las Glorias, que todavía se encuentra ‘en construcción’.

 Mercat de Les Encants, desde el nivel superior

Pero la visita a la ‘superilla’ era en realidad nuestro principal objetivo. Eramos conscientes de que estábamos viendo la primera escena de una película que no tiene todavía todo el guión escrito. Se han sentado las bases, y empezar ya se puede calificar de éxito. En septiembre se puso la primera piedra de este proyecto impulsado por el Ayuntamiento de Barcelona, y se llevaron a cabo, en las nueve manzanas del ensanche delimitadas entre las calles de Badajoz, Pallars, la Llacuna y Tànger, los cambios en la circulación de vehículos privados, autobuses y bicicletas. Las bicis son los únicos vehículos que pueden ahora atravesar los cruces del interior de la ‘superilla’ en línea recta y, además, se les permite circular en doble sentido. Y las paradas de autobús que existían en el interior han sido desplazadas al perímetro de la 'superilla’.

No es una idea improvisada, ni es una idea nueva. Salvador Rueda y muchos otros profesionales llevan trabajando en esta línea desde finales de los años 80, desde la realización de mapas de ruido en la ciudad de Barcelona. Precisamente las preocupaciones sobre la contaminación provocada por el transporte privado, por racionalizar la red de autobuses, por articular una malla de transporte colectivo capaz de liberar espacios en su interior que puedan ser recuperado por el peatón, fueron aspectos que derivaron en la formulación actual del plan de ‘supermanzanas’. En definitiva, se trata también de evitar un ‘tráfico pasante’ que terminaba siendo un elemento recurrente en muchas calles del ensanche y francamente prescindible.
 Señalización de uno de los accesos a la superilla de Poblenou 22@

 Reordenación de la movilidad en la superilla

Diagrama orientativo de la imlantación de superillas en Bcn

Pero por pequeña que sea la prueba siempre existen afectados. No en balde, presenciamos un debate en directo entre una taxista y un vecino. La taxista nos animaba a “estudiar bien esta propuesta” porque, en su opinión, no se puede permitir que su cliente tenga que andar para coger el taxi, y que ella no pueda acercarse para recogerlo en su acera, y el vecino, a su vez, nos indicaba que a mucha gente, la propuesta “le parece bien”.

El debate está también en otros planos, como el político, nunca exento de oportunismo, ante una prueba que podemos calificar de ‘valiente’ y que, al menos, en esta fase no ha tenido coste alguno. Ahora, desde distintas Escuelas, se está trabajando en distintas propuestas para acondicionar y transformar los ‘espacios conquistados’.

En realidad, nuestra sensación fue la de que estamos ante un espacio de escasa tensión (era un viernes al mediodía). En efecto en la ‘superilla’ elegida existen varias manzanas que no tienen residentes, y apenas existen establecimientos comerciales, por lo que la presión en términos de aparcamiento y densidad es mucho menor que en otras zonas del ensanche barcelonés. De hecho, algunas de sus manzanas, como la del Museo Can Framis (Jordi Badía, 2009) tiene además de un excepcional vestíbulo de entrada en el patio interior abierto al público, un ahora frondoso jardín estancial en todo su perímetro (Martí Franch, 2009), delimitado por un banco corrido de hormigón pero muy permeable en realidad desde las aceras.
Patio interior de la manzana del Museo Can Framis
Vista parcial del Museo desde el jardín perimetral

Esta condición existente de ‘manzanas con escasa presión sobre el espacio público de las calles’, hace que la prueba tenga menos afectados directos, y también, sin duda, menos detractores. Pero al mismo tiempo, hace que los ‘espacios conquistados’, los espacios detraídos a la ocupación del automóvil privado, no sean ocupados por los viandantes.

Aspecto de uno de los espacios recuperados para el peatón

Sin duda, hemos de estar atentos a la evolución de esta iniciativa de transformación de un entorno consolidado, orientada en sus fases finales hacia un escenario de decidida introducción de la naturaleza en la ciudad. Y ello con el objetivo de poder liberar, y descargar de presión los espacios agrícolas y naturales que aún no han sido “devorados” por la ciudad. La prueba en esta primera ‘superilla’ devendrá en una implantación progresiva en Barcelona, y será también adoptada, previsiblemente, con distintas versiones y formatos, en otras muchas ciudades.

Pablo de la Cal

2 comentarios:

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