lunes, 28 de enero de 2013

El Ser Urbano. Los caminos de Nuno Portas

“Si uno va simplemente a Portugal, se asombra de que la vida allí sea más grata y diferente” decía Enrique Vila-Matas en su Café Perec hace una semana. Uno también se sorprende de la vitalidad de la arquitectura y el urbanismo, como hemos podido comprobar en una visita reciente a la Facultad de Arquitectura de Oporto. A pesar del desastre económico que arrastran nuestros vecinos, no mucho peor que lo que ocurre en la versión española, la actividad arquitectónica y el legado de los últimos años –ahora casi unánimemente vistos como los del despilfarro generalizado- representan un hito en la cultura urbanística internacional y compensan la imagen que se proyecta en los últimos tiempos. Es preciso valorar la renovación de la ciudad de Oporto, impulsada por la capitalidad cultural de 2001, que se manifiesta en la culminación de importantes proyectos que entonces sólo se iniciaron. Desde la nueva red de metro, con estaciones de Souto de Moura y Alvaro Siza, hasta la mejora sustancial de los espacios públicos centrales y periféricos o, también, con la polémica y excepcional Casa de Música, de Rem Koolhaas.


Una muestra de la entidad de la cultura urbanística, que como la arquitectónica no se limita al urbanismo local sino que tiene una gran proyección internacional, es la exposición dedicada a Nuno Portas en la ciudad de Guimaraes, capital cultural europea el pasado 2012 (hasta febrero de 2013). El excelente catálogo coordinado por Nuno Grande, el comisario de la muestra, constituye una aportación indiscutible y exhaustiva basada en la revisión de la obra académica y profesional de una personalidad en el campo de la arquitectura y, sobre todo, del urbanismo no sólo portugués sino de ámbito internacional como, entre otras cosas, demuestra el Premio Sir Patrick Abercrombie de Urbanismo concedido por la Unión Internacional de Arquitectos en Estambul, en 2005.

En este libro bilingüe (portugués e inglés), más de 600 páginas y numerosas ilustraciones dan cuenta de cerca de 50 años del recorrido profesional de Nuno Portas (Vila Vicosa, 1934), personalidad múltiple y heterodoxa que ha vivido momentos claves de la cultura urbanística portuguesa e internacional. Se trata de un arquitecto que ha producido obras de referencia –en el ámbito de la crítica cultural, de la investigación, de la arquitectura y del urbanismo, de las políticas de vivienda- en las últimas décadas de nuestra historia urbana reciente.

La publicación se apoya en documentos históricos, textos, libros, planes y proyectos, organizados temática y cronológicamente, dan cuenta de esa trayectoria singular. Pero, lejos de resultar descriptivo, el libro aborda temas diversos desde el principio. Como señala Nuno Grande, comisario de la exposición y editor del libro, no se trata de un libro sobre el autor sino más bien sobre su “pensamiento en acción”, no es tanto una muestra sobre arquitectura y urbanismo, sino sobre la idea de “urbanidad” contenida en ambas disciplinas. Los caminos recorridos por Nuno Portas se despliegan en seis capítulos, que funcionan cronológicamente y que presentan recorridos temáticos, referenciados con frases suyas y enmarcados en arcos temporales específicos. Un séptimo y último “camino” se nos sugiere a través del texto que completa la publicación, firmado por el propio autor.

El primer capítulo, con el título “La arquitectura para hoy: cuando los edificios moldean el espacio urbano 1957-1965”, se dedica a las primeras décadas, entre el taller, el Laboratorio Nacional de Engenharia Civil (LNEC) y la revista Arquitectura. Como señala Alexandre Alves Costa en uno de los ensayos iniciales, los textos de Nuno Portas constituyeron las raíces de una verdadera crítica de arquitectura, con la divulgación de la obra de Siza, sobre todo con el capítulo de la edición portuguesa de la Historia de la Arquitectura Moderna, de Bruno Zevi, todavía hoy una síntesis que no ha sido superada.

Un segundo bloque atiende a “La ciudad como arquitectura: cuando el espacio colectivo moldea los edificios 1962-1974“. En ese periodo, Nuno Portas inicia un segundo camino, durante el cual se invierte, en cierto modo, su entendimiento sobre las relaciones entre ciudad y edificio. En su libro de 1969, A Cidade como Arquitectura, expone la necesidad de que el arquitecto anticipe las incertidumbres de la evolución de la “ciudad-territorio”, proponiendo el concepto de “meta-proyecto” como posible modulador de las mutaciones urbanas en el tiempo.


“El proceso también diseña: de la participación a la gestión del hábitat 1969-1989”, deja claro el camino recorrido en la cuestión del hábitat. Primero con las visitas, a través del LNEC a países donde se ensayaban experiencias de vivienda participada (Perú, Brasil, Marruecos), o en sus trabajos sobre Lisboa. Después, con las nuevas políticas urbanas puestas en marcha tras la Revolución de 25 de abril de 1974, cuando Nuno Portas es nombrado Secretario de Estado de Vivienda y Urbanismo. La experiencia del Servicio de Apoyo Ambulatorio Local (SAAL), a pesar de su brevedad (1974-76), dejó un legado metodológico importante en la cultura urbanística portuguesa y fue reconocido a nivel internacional, especialmente en Italia y en España, donde Nuno Portas participa, antes y después de la revolución, en distintos encuentros académicos y profesionales (Pequeños Congresos en Barcelona, en Madrid, etc.).

“Nuevas políticas urbanas: el planeamiento municipal de escala variable 1978-1998”, se corresponde con un periodo de intensa y variada actividad. Desde su experiencia internacional en la que destaca su participación como asesor en el Plan General de Madrid (1980-83), a su implicación en diversos planes de ciudades portuguesas, en particular con su elección como concejal de urbanismo en Vila Nova de Gaia. Además, desde 1983 es profesor en la Facultad de Arquitectura de Oporto (FAUP), donde defiende la importancia del diseño urbano, con una posición crítica sobre el reduccionismo del proyecto al objeto arquitectónico.

“La ciudad como obra abierta: entre el diseño del suelo y el proyecto urbano 1985-2008”, muestra la importancia de un camino complementario, en paralelo a su profundo interés por las políticas urbanas y la gestión del territorio. Se trata de un camino vinculado al diseño de la ciudad y que se desarrolla desde el Centro de Estudios de la Facultad de Arquitectura (CEFA/UP). De particular importancia resulta su participación como asesor en proyectos de gran escala urbana, como la Expo de Lisboa de 1998 o los proyectos para el Frente Fluvial de Río de Janeiro. En todas esas experiencias, Nuno Portas fue profundizando el concepto de “proyecto urbano”, asociándolo a la importancia seminal del trazado del espacio público, o del “proyecto de suelo”, como él lo denomina. Y entendiendo la ciudad como “obra abierta” a multiplicidad de actores y de procesos edificatorios (en sintonía relativa con las concepciones de Manuel Solá-Morales o Bernardo Secchi).

Propuesta preliminar Expo Lisboa 1998 (1993-94)


El título del sexto capítulo, “El hipertexto urbano: sobre la emergencia de la ciudad extensiva 1983-2012”, deja ver otro camino o inquietud teórica y metodológica, atento al cambio de escala del objeto de análisis y a la complejidad urbana que esa mutación supone. Las investigaciones desarrolladas en el CEFA, junto a otros arquitectos y geógrafos, se centran en las nuevas formas de la “ciudad extensiva”, que sustituye la noción convencional de ciudad y de área metropolitana en el entorno de Oporto y en la región noreste de Portugal. La investigación sobre la ciudad dispersa a partir de esa realidad local tiene, se lleva a cabo en paralelo a una serie de estudios comparados con otras variantes de las nuevas formas urbanas, apoyadas en las nociones de André Corboz o de François Ascher.



Por una serie de motivos, la originalidad de la “Escuela de Urbanismo de Oporto” todavía no ha sido suficientemente reconocida. Como dice Joâo Ferrâo en uno de los ensayos del libro, “tal vez exista un significativo efecto-sombra por parte de la Escuela de Arquitectura de Oporto”. En cualquier caso, las reflexiones finales de N P sobre la dificultad en la evolución y diversificación profesional del arquitecto, sobre todo en Portugal pero también en otras latitudes, resultan significativas: la sobrevaloración del “proyecto de autor” dificulta el entendimiento de las nuevas situaciones, por lo que las escuelas de arquitectura deberían abrir la formación de los arquitectos a otras disciplinas y prácticas urbanísticas que caracterizan el ámbito proyectual contemporáneo.

En el meandro de Ranillas, Zaragoza (octubre 2005)
Una nota final sobre algunos trabajos de Nuno Portas con quien he tenido el placer de dialogar y contar con su colaboración en distintos episodios profesionales y académicos, desde su tumultuosa aparición en la Escuela de Arquitectura de Barcelona a mediados de los años 70, o en los cursos de doctorado de principios de los 80. Desde el Atlas de ciudades europeas (como organizador de los equipos de Lisboa y Oporto), a su participación en el seminario sobre “La ciudad dispersa” celebrado en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (1996-98), o en la revista Perspectivas Urbanas, a sus visitas a la Expo de Zaragoza o el prólogo al libro sobre Exposiciones internacionales y urbanismo (2006). En todas esas ocasiones, como todavía ahora cuando sigue acudiendo al Centro de Estudios de la Facultad de Arquitectura (a pesar de su jubilación oficial), Nuno Portas ha sido un referente de gran importancia para los que hemos aprendido muchas cosas de sus trabajos y reconocemos su creativa e incansable aportación a la cultura urbanística contemporánea.
Conferencia en la Escuela de Ingeniería y Arquitectura de Zaragoza (diciembre 2008)



Referencias

N. Grandes (ed.), O Ser Urbano: Nos caminhos de Nuno Portas / The Urban Being: on the trails of Nuno Portas, Imprensa Nacional-Casa da Monea, Lisboa, 2012

N. Portas, A Cidade como Arquitectura, 1969 (con prólogo de Fernando Távora); 2ª edición 2007

N. Portas, “La emergencia del Proyecto urbano”, Perspectivas Urbanas/ Urban Perspectives, 3, 2003

N. Portas, “Prólogo” a J. Monclús, Exposiciones internacionales y urbanismo. El proyecto Expo Zaragoza 2008, Ed. UPC, Barcelona, 2006

Javier Monclús

viernes, 4 de enero de 2013

Dibujar un plano es dibujar un mundo


De la misma manera que un escritor selecciona, de entre todas las situaciones por las que atraviesa su protagonista, las más necesarias para hilar su historia, no pudiéndose detener en asuntos ajenos a la intención del texto para no aburrir al lector, o igual que un pintor que abstrae las incontables tonalidades de la naturaleza para imprimir con su pincel tan sólo aquellas que cree convenientes, así el urbanista, cuando se enfrenta a la apabullante infinitud de la realidad, se ve obligado a escoger las características fundamentales del territorio que investiga, en detrimento de otras que no satisfacen su objetivo. La información queda recogida en planos, diagramas, esquemas o maquetas que siempre representan documentos parciales y subjetivos de la totalidad del territorio. El carácter parcial es fácilmente asumible, pero se suele olvidar la genética subjetiva de estas representaciones. Sucede que en ocasiones, después de ver algunos documentos miles de veces y en muy distintas situaciones, se olvida su factura humana y se adoptan como dogmas.

Un claro ejemplo es la representación bidimensional que Mercator hizo del globo terráqueo, la que se emplea con más profusión en libros escolares, atlas y enciclopedias. Gracias a este cartógrafo, desde el siglo XVIII ha sido mucho más fácil surcar los mares, con todo lo que eso supone. Sin embargo, gracias a la sobreabundancia de esta imagen del mundo, se tiene comúnmente aceptado que, por ejemplo, Groenlandia es de unas dimensiones enormes, cuando en realidad no supone más que un catorceavo del tamaño de África, aproximadamente. Pero no es esta la única sorpresa del mapa de Mercator. La posición de los continentes en el plano no es ni mucho menos aleatoria; el hecho de que hayamos visto siempre Europa en el centro de todos los mapamundis es obra, como resulta evidente, del cerebro europeo que lo concibió. Sirva este ejemplo como muestra de que cualquier tipo de representación conlleva una toma de decisiones implícita.

Desde los tiempos de Mercator hasta hoy, la forma de concebir el mundo ha cambiado radicalmente y, en consecuencia, también la forma de representarlo. La fascinación por la representación de la realidad que nos rodea ha traspasado las barreras de la cartografía tradicional y desde el siglo XX han proliferado los artistas que con su obra se han enfrentado a esta investigación. El resultado ha sido una explosión de nuevas miradas y descubrimientos: del hecho físico clásico hasta el hecho psíquico como ente cartografiable, del modelo estático bidimensional a la inclusión del factor temporal... En definitiva, el cuestionamiento de la lógica cartográfica a través de pensadores de distinta índole ha producido un nuevo paradigma del mundo en el que vivimos.

Ya en 1874, Lewis Carroll concibió el mejor de los mapas para los marineros de su poema The Hounting of the Snark. Lejos de los abigarrados planos llenos de números, líneas y dibujos que se manejaban en alta mar, éste era un documento completamente vacío. Los marinos se sintieron muy complacidos con su capitán, ya que por fin alguien entendía lo que era realmente la inmensidad del océano.

 The Hounting of the Snark, Lewis Carroll, 1874
(Ilustración de Henry Holliday)

A pesar de tratarse de un relato fantástico no se debe pasar por alto el valor del mapa de Carroll, quien tiene el acierto de intuir que el mar guarda mucho más que aquello que suele representar la cartografía naval. Resulta asombroso cómo, sin un solo trazo, consigue evocar, más allá de un territorio concreto, una imagen mental del mar. El mapa se desliga de la presencia física de los objetos y de su condición estática, remarcando la importancia de lo subjetivo en la manera de entender y reconocer un lugar. Además, se consolida como lugar mental común de los marineros por cuanto un mapa posee la característica especial de señalar el rumbo de toda una tripulación cuyo incierto destino depende tan directamente de sus designios.

En la mayoría de los casos los planos ofrecen información precisa sobre la ruta idónea para viajar de un punto de partida a otro de llegada sin perderse por el camino. Sin embargo, ¿qué ocurre si no se cuenta con un origen ni un final predeterminado? ¿Existen mapas para este tipo de trayecto? La «teoría de la deriva» de los situacionistas cristalizó en documentos como la Guía Psicogeográfica de París, en la cual la capital francesa aparece despedazada y surcada por dinámicas flechas rojas de dirección incierta. Cada fragmento de ciudad corresponde a un ambiente urbano diferente por los cuales el paseante se deja llevar por las solicitaciones que le susciten dichos ambientes. En estas caminatas el azar sustituye al estricto orden cartesiano de un mapa convencional en la medida en que los pasos no siguen un objetivo fijo, sino que son víctimas de los acontecimientos físicos y mentales de cada momento.

Guide Psychogeographique de Paris:
 Discours sur les passions d'amour
, Guy Debord, 1957


Es posible que muchos de los miles de turistas que inundan la ciudad cada año, pese a contar con su guía de bolsillo favorita siempre en la mano, en algún momento de sus accidentados días se encuentren perdidos y caminen durante unos minutos o quizá unas horas siguiendo, sin saberlo, alguna de las rutas que Debord y los suyos experimentaron, y que las mismas corrientes emocionales y azarosas, o puede que otras, sigan cosiendo la psique de ese otro París.

Otro autor muy interesado en la capacidad del dibujo para plasmar el subconsciente de la ciudad fue el estadounidense Saul Steinberg. Con View of the World from 9th Avenue se atrevió a desvelar cómo veían el mundo los neoyorkinos en 1976 más allá de las orillas del  Hudson con una representación tan cómica pero a la vez tan real que supuso una de las portadas más recordadas de la historia del New Yorker. Con un cariz más personal, Autogeografía supone todo un atlas a través de los nombres de los lugares que en algún momento forjaron su experiencia vital. Aquí los topónimos son a su vez activadores de recuerdos de lugares, paisajes y rincones que se funden entre sí para invocar al espectro de un largo pasado y que al sublimar conforman el espacio mental del autor.


View of the World from 9th Avenue, Saul Steinberg, 1976
                 
Autogeography, Saul Steinberg, 1966

Los dibujos de Steinberg hacen reflexionar sobre la carga personal que inevitablemente deposita todo aquel que elabora un plano y, a su vez, incitan a hacerlo como medio de expresión, como método narrativo que acompañando al trazo sea capaz de ofrecer algo más. Más allá de los textos, de los coches o los árboles que salpican los dibujos, que pueden representar elementos más o menos particulares, la importancia permanece en el mensaje que el autor lanza con su obra. La representación de la ciudad o el territorio queda como relato de una manera de entender el mundo.

Todas estas miradas alertan de que incluso el plano más simple debe contar la historia de una búsqueda, como el mapa de un  pirata no sólo indica la posición del tesoro sino también las aventuras de todos los intrépidos que irán tras él. Porque quien dibuja un plano dibuja un mundo, y para ello se hace necesario prestar atención a todo lo que se representa. Pero también a lo que no se representa, pues quizá, como Carroll, estemos dejando allí lo más importante.


Miguel Ángel Damián Sanz
Alumno de Urbanismo IV

(Texto inspirado en la exposición Cartografías Contemporáneas. Dibujando el pensamiento, CaixaForum Madrid, 2012)