lunes, 7 de marzo de 2022

Nuevo urbanismo, ¿qué hay de nuevo?


Regeneración Urbana del eje Este-Oeste de Zaragoza
Taller de urbanismo del Máster en Arquitectura
https://www.youtube.com/watch?v=krj1fVYzH8g&t=1s

“Hay que inventarlo todo otra vez, el derecho, la política, las artes, la arquitectura, las ciudades”. Esa es una de las conclusiones propiciadas por el confinamiento de Bruno Latour en su reciente ensayo Una guía para habitar el planeta. Pero también señala que “aprender a retroceder es lo que nos desconfina”. Una sugerencia interesante para el debate urbanístico, cuando, en la efervescencia de las disputas políticas y de los oportunismos de todo tipo, algunos se dedican a desacreditar las aportaciones de periodos anteriores metiendo en el mismo saco distintas visiones urbanas y siguiendo aquel viejo dicho de tirar el niño con el agua sucia de la bañera. Decía Peter Hall, uno de los urbanistas e historiadores del urbanismo más reconocidos de las últimas décadas, que en el urbanismo del siglo XX ha habido unas pocas ideas clave, que se repiten, se reciclan y se mezclan. Una de ellas fue el modelo teórico de la ‘ciudad funcional’ consagrado en La carta de Atenas (1933), con su entonces razonable aunque rígida zonificación de la ciudad en cuatro funciones básicas (Vivienda, Trabajo, Ocio, Circulación). Sin embargo, sus principios fueron desvirtuados en su aplicación posterior, al subordinar las ideas originales a las lógicas del mercado inmobiliario.

Las críticas a ese modelo, ya desde los años sesenta del pasado siglo, dieron lugar a una serie de revisiones y formulaciones que forman parte de algunas teorías urbanísticas todavía vigentes, con algunos conceptos clave: la urbanidad y la vitalidad urbana, la habitabilidad y la densidad, la centralidad y la zonificación, la unidad vecinal y la proximidad , los paisajes culturales y la memoria colectiva, los proyectos urbanos y ecopaisajísticos, las estrategias para reducir las desigualdades espaciales y las buenas formas urbanas. Sin embargo, durante el periodo del desarrollismo, de los años cincuenta a los setenta, las ciudades continuaron conformándose bajo la óptica del urbanismo funcionalista, convertido cada vez más en un urbanismo tecnocrático poco receptivo respecto a las visiones críticas que ya dominaban el ambiente intelectual y disciplinar de la época. Hasta que llegó la crisis económica y, desde los años ochenta, las estrategias urbanísticas volvieron a centrarse en la ciudad existente, activando operaciones de renovación, regeneración y recualificación urbana dirigidas a paliar el declive de las ciudades europeas. Los planes urbanísticos anteriores pensados para ordenar el crecimiento quedaban desautorizados y se cuestionaba la validez del planeamiento. Claro que en España esa situación general coincidió con la Transición democrática y la renovación sustancial del urbanismo con planes y proyectos, que supusieron una mejora sustancial de nuestras ciudades. A partir de entonces, se asiste a la aceleración de los procesos de globalización y digitalización, lo cual se ha traducido en una mayor competencia entre las ciudades, que han debido reorientar sus estrategias urbanas para hacerlas más atractivas, mejorando a la vez las condiciones de habitabilidad para sus ciudadanos.

A pesar de las diferencias entre los contextos nacionales y locales, es posible identificar un ‘nuevo urbanismo’ en el que se reciclan y se mezclan aquellas pocas ideas clave que ya estaban presentes en la era de la Segunda Modernidad, aunque con renovadas visiones en correspondencia con esas transformaciones socioeconómicas y culturales. Como apuntábamos en otra ocasión (“Urbanismo pospandemia”, Heraldo 24.05.2020), más allá del urbanismo táctico y de actuaciones poco elaboradas, se trata de promover una nueva calidad urbana, respondiendo a los desafíos de la desigualdad y de la degradación de los barrios de las primeras periferias. Cuando ahora proliferan las llamadas a ‘otras formas de pensar la ciudad’ y a un ‘urbanismo disruptivo’, es importante saber qué es realmente nuevo y qué ideas clave continúan siendo relevantes para el debate actual. Volver a analizar con visión crítica las experiencias anteriores y revisitar los textos de los autores modernos y contemporáneos resulta imprescindible para ‘aprender a retroceder’, por extraño que parezca. El urbanismo zaragozano es un ejemplo paradigmático de todo ese recorrido. Y no estaría mal reconocer seriamente los puntos fuertes y las debilidades de las intervenciones y los planes de los ciclos urbanos anteriores a la crisis de 2008. Ése sería un sólido punto de partida para la necesaria renovación de los argumentos que han mostrado su pobreza y falta de ambición urbanística durante los últimos años en nuestra ciudad.


Javier Monclús es Catedrático de Urbanismo y Profesor Emérito de la Universidad de Zaragoza

(*) artículo publicado en Heraldo de Aragón 7.03.2022

(**) presentación trabajos Taller de Urbanismo en:

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